
Augusto adoptó formalmente a Tiberio el 26 de junio del año 4 d.C., momento en que se le concedieron poderes tribunales por diez años. Vio desaparecer progresivamente a todos sus posibles rivales en la sucesión, gracias a oportunas muertes.
Como tribuno, Tiberio reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años (16 años para un pretoriano o guardia imperial). Tras el servicio recibirían una paga el importe de la cual provendría de un impuesto del 5% sobre las herencias. Posteriormente se enemistó con el emperador Augusto y tuvo que exiliarse en Rodas. Tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, y el destierro del nieto menor, Póstumo César, por traición, fue llamado por el Emperador y nombrado sucesor.
En el año 13 d.C. los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años, pero Augusto murió poco después (19 de agosto del 14 d.C.). Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de agosto del año 767 de la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual y entonces todos los poderes fueron transferidos a Tiberio, sin ningún plazo.
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