Hace unos días os publiqué un breve extracto de la Historia Secreta, de Procopio de Cesárea, que introducía las maquinaciones de la emperatriz Teodora en la corte bizantina. Aunque como todo texto histórico hay que cogerlo con pinzas y ojo crítico, me sirvió para apuntar uno de los rasgos más arquetípicos de la corte bizantina: La propensión a la intriga palaciega. Para acabar de redondear el tema, os extraigo hoy otro fragmento, donde se hace una descripción del carácter de su marido, el célebre emperador Justiniano... la verdad es que las palabras de Procopio le hacen a uno cuestionarse si vale la pena pasar a la historia de esta manera...
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" Tal que así era Justiniano en apariencia; pero su carácter era algo que no pude describir completamente. Pues era a la vez vil y malhechor ; como la gente dice coloquialmente, un pervertido moral. Él nunca era sincero con nadie, sino siempre insidioso en lo que decía y hacía, pero fácilmente ciego ante cualquiera que deseara engañarlo. Su naturaleza era una mezcla antinatural de locura y maldad. Lo que en viejos tiempos dijo un filósofo peripatético era también verdad sobre él, que cualidades opuestas se combinaban en un hombre como en la mezcla de colores. Intentaré retratarlo, empero, en cuanto pueda penetrar en su complejidad. Este Emperador, entonces, era engañoso, desviado, falso, hipócrita, con varias caras, cruel, experto en disimular su pensamiento, nunca inclinado a las lágrimas por alegría o dolor, aunque podía derramarlas falsamente a su voluntad cuando la ocasión lo requería, mentiroso siempre, no sólo de improviso, sino en la escritura, y cuando hacía juramentos sagrados a sus súbditos en su misma presencia. Luego rompía inmediatamente sus acuerdos y garantías, como el peor de los esclavos, a los que de hecho sólo el temor de la tortura lleva a confesar su perjurio. Era un amigo desleal, un enemigo traicionero, devoto del asesinato y del saqueo, pendenciero e inveterado revolucionario, fácilmente atraído a cualquier maldad, pero nunca queriendo escuchar un buen consejo, presto a maquinar males y llevarlos a la práctica, pero encontrando cualquier cosa buena desagradable a sus oídos, aunque la supiera de oídas.
¿Cómo podría alguien describir en palabras el carácter de Justiniano?. Éstos y muchos otros vicios, incluso peores, se revelaron en él como en ninguna otra naturaleza mortal; parecía haberse reunido la maldad de todo el resto de los hombres y plantada en el alma de este hombre. Y además de esto, era demasiado propenso a escuchar acusaciones; y demasiado rápido en castigar. Pues decidía tales casos sin un examen completo, dictaminando el castigo cuando había oído solamente al acusador. Sin vacilación escribió decretos para saquear países, expugnar ciudades y esclavizar naciones enteras, sin causa alguna que lo justificara. De modo que si uno deseara examinar todas las calamidades que habían acontecido a los Romanos antes de este tiempo y las comparara con sus crímenes, pienso que se concluiría que este solo hombre había asesinado a más hombres que en toda la historia precedente.
No tenía escrúpulos en apoderarse de la propiedad ajena, y no ideaba siquiera excusa alguna, legal o ilegal, para confiscar lo que no le pertenecía. Y cuando era suyo, estaba más que presto a malgastarlo en una insana exhibición, o darlo como soborno innecesario a los bárbaros. En suma, ni retenía mucho tiempo el dinero en su poder ni dejaba a nadie tenerlo: como si su razón fuera no la avaricia, sino los celos de los que tenían riquezas. Sacando toda la riqueza del país de los Romanos de esta manera, se convirtió en la causa de la pobreza universal.
Este era pues el carácter de Justiniano, hasta donde puedo retratarlo."
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- Ahora que conoces al marido, espera a conocer a su mujer...
- Texto completo de la Historia Secreta, de Procopio de Cesárea
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