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ROSA M. TRISTÁN
MADRID.- Llegaron al asentamiento, secuestraron a casi todas las mujeres y sus varones perdieron la vida sin poder rescatarlas de los enemigos. Ocurrió hace más de 7.000 años, en pleno Neolítico, en los alrededores de lo que hoy es la ciudad alemana de Talheim, cerca de Lepizig.
Esta es la conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores, dirigidos por Alexander Bentley, de la Universidad británica de Durham, que han analizado los restos dentales de un enterramiento de 34 individuos, utilizando medidas de isótopos de estronio, carbono y oxígeno. Gracias a los datos obtenidos han podido obtener un retrato, bastante fiel, según sus palabras, de lo que ocurrió en aquella brutal masacre y las relaciones que había entre todos los muertos.
Los estudios realizados en los dientes, que pertenecen a 18 adultos y 16 niños, les han ayudado a determinar que los esqueletos corresponden a dos tribus y que algunos de sus miembros tenían rasgos hereditarios comunes. Todos ellos fueron asesinados salvajemente en el mismo ataque, algunos con fuertes golpes de hachas de piedra en la cabeza. Las víctimas fueron enterradas juntas en el mismo hoyo, a tres metros de profundidad en una tumba que se encontró en los años 80 del siglo XX.
En las primeras investigaciones todo parecía indicar que los muertos pertenecían a una homogénea y aislada población, pero no es así, como ahora publican en la revista especializada 'Antiquy'.
Bentley y sus colegas han averiguado que aquellos neolíticos, que vivieron hacia el 4.900 antes de Cristo, pertenecían a tres grupos diferentes. En uno de ellos, que era el de la tribu local, curiosamente sólo hay restos óseos de hombres y de niños de diferentes edades. Ello hace pensar a los investigadores que las hembras habían sido capturadas por los atacantes y llevadas vivas a otro lugar. Este secuestro habría sido la causa por la que se inició la cruenta batalla.
Los grupos de los atacantes los han dividido en dos y en ambos murieron tantos hombres como mujeres de edades distintas. Uno de ellos corresponde a toda una familia, compuesta por padre, madre, hija, hijo y abuela. El otro es de individuos que, por lo que se ha averiguado de su alimentación, se sabe que vivían en una zona alejada de la comunidad atacada.
Los paleontólogos señalan que se sabe que ha habido peleas por las mujeres desde hace cientos de años, y aún las hay, pero en el registro arqueológico era muy difícil discernir si ésta era la causa de algunas batallas o habían influido otros factores. «Por primera vez tenemos una clara evidencia de que ellas fueron el botín buscado», señalan.
Las marcas que las hachas dejaron en la cabeza parecen señalar que las víctimas no pudieron defenderse o que intentaron huir del ataque, que les habría pillado por sorpresa.
Estas tribus eran trashumantes y viajaban con rebaños de ganado de un lugar a otro.
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- Paleontólogos británicos revelan que hubo una batalla por las féminas
- Ocurrió hace más de 7.000 años entre tribus trashumantes
MADRID.- Llegaron al asentamiento, secuestraron a casi todas las mujeres y sus varones perdieron la vida sin poder rescatarlas de los enemigos. Ocurrió hace más de 7.000 años, en pleno Neolítico, en los alrededores de lo que hoy es la ciudad alemana de Talheim, cerca de Lepizig.
Esta es la conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores, dirigidos por Alexander Bentley, de la Universidad británica de Durham, que han analizado los restos dentales de un enterramiento de 34 individuos, utilizando medidas de isótopos de estronio, carbono y oxígeno. Gracias a los datos obtenidos han podido obtener un retrato, bastante fiel, según sus palabras, de lo que ocurrió en aquella brutal masacre y las relaciones que había entre todos los muertos.
Los estudios realizados en los dientes, que pertenecen a 18 adultos y 16 niños, les han ayudado a determinar que los esqueletos corresponden a dos tribus y que algunos de sus miembros tenían rasgos hereditarios comunes. Todos ellos fueron asesinados salvajemente en el mismo ataque, algunos con fuertes golpes de hachas de piedra en la cabeza. Las víctimas fueron enterradas juntas en el mismo hoyo, a tres metros de profundidad en una tumba que se encontró en los años 80 del siglo XX.
En las primeras investigaciones todo parecía indicar que los muertos pertenecían a una homogénea y aislada población, pero no es así, como ahora publican en la revista especializada 'Antiquy'.
Bentley y sus colegas han averiguado que aquellos neolíticos, que vivieron hacia el 4.900 antes de Cristo, pertenecían a tres grupos diferentes. En uno de ellos, que era el de la tribu local, curiosamente sólo hay restos óseos de hombres y de niños de diferentes edades. Ello hace pensar a los investigadores que las hembras habían sido capturadas por los atacantes y llevadas vivas a otro lugar. Este secuestro habría sido la causa por la que se inició la cruenta batalla.
Los grupos de los atacantes los han dividido en dos y en ambos murieron tantos hombres como mujeres de edades distintas. Uno de ellos corresponde a toda una familia, compuesta por padre, madre, hija, hijo y abuela. El otro es de individuos que, por lo que se ha averiguado de su alimentación, se sabe que vivían en una zona alejada de la comunidad atacada.
«Todo parece indicar que apuntaron a esta comunidad concreta, como si fuera una venganza entre tribus rivales. Aunque la lucha por los recursos en Europa central era causa de enfrentamientos continuos, en este caso las pistas apuntan que aquí la razón del ataque fueron las mujeres locales, que fueron tratadas de forma diferente del resto y continuaron vivas»
Los paleontólogos señalan que se sabe que ha habido peleas por las mujeres desde hace cientos de años, y aún las hay, pero en el registro arqueológico era muy difícil discernir si ésta era la causa de algunas batallas o habían influido otros factores. «Por primera vez tenemos una clara evidencia de que ellas fueron el botín buscado», señalan.
Las marcas que las hachas dejaron en la cabeza parecen señalar que las víctimas no pudieron defenderse o que intentaron huir del ataque, que les habría pillado por sorpresa.
Estas tribus eran trashumantes y viajaban con rebaños de ganado de un lugar a otro.
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