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29.1.08

El Concilio de Nicea

Si es la primera vez que visitas este blog, deberías saber que este post es el resultado de un auténtico duelo fratricida entre 2 de mis comentaristas. Te recomiendo que antes de continuar leyendo te pongas al día...

Introducción

La historia de la Humanidad es como el ADN, una larga cadena de elementos interconectados, que de forma independiente pierden su sentido, pero que en conjunto nos ayudan a entender qué somos y de dónde venimos. Dentro de esta cadena, hay sucesos que por su mayor significación cobran una importancia especial, y adquieren el valor de fechas de referencia, piedras miliares del cambio social, cultural y político a lo largo de los siglos.

El Concilio de Nicea es uno de esos acontecimientos sobre los que ha pivotado nuestra historia. Auténtico punto de inflexión de la cultura clásica, supone un fín y un inicio. El fin de una cultura gestada a lo largo de casi mil años, en las tierras de la lejana y turbulenta Grecia, y que tiene su punto de máximo esplendor en la Roma Imperial. Es también un inicio, por lo que supone de consolidación de una nueva forma de ver y entender el Mundo, el Hombre y la relación entre ambos. De hecho, podemos afirmar sin demasiado riesgo de error que este Concilio es un punto de referencia de un largo proceso de cambio de civilización, de la clásica por la cristiana. Si bien este proceso es gradual y tiene lugar durante unos cuantos siglos, adoptamos esta fecha como símbolo de aquello que acaba y de aquello que se gesta. Su importancia es tal que, hoy en día y de forma más o menos voluntaria, todos nosotros somos resultado de Nicea.

El desafío: 2 bloggers nos dan su versión acerca de lo que implica el Concilio de Nicea

Pues bien, este post de hoy tiene un formato un poco especial. 2 bloggers invitados, el Sr. Caboblanco y el Sr. Benítez, se ofrecieron a explicar un mismo acontecimiento pero cada cual desde su muy personal punto de vista. El tema ya lo conoceis: Las implicaciones del Concilio de Nicea.

Encontrareis a continuación la introducción a cada uno de los artículos así como el link al texto completo. Teneis 2 formas para votar cuál es vuestro artículo preferido:
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Empezamos...



El Concilio de Nicea

¿el gran salto adelante? o ¿el ocaso de la civilización clásica?






La nueva forma de entender la historia

www.historiaclasica.com

El Concilio de Nicea, el gran paso adelante de la Civilización Clásica

Por Luis Caboblanco

El siglo IV asistió a una de las grandes revoluciones en los acontecimientos del mundo: el reconocimiento del cristianismo por parte del Imperio romano. Aunque no era cristiano, Constantino atribuyó al Dios de los cristianos y al signo de la cruz, que había visto en sueños la noche anterior – historia rechazable y discutible con la que me niego a castigar el intelecto del lector - , la victoria en la batalla decisiva que iba a llevarle al trono imperial. Para colmo y regocijo de los cristianos, en el 313 d.C. este taimado maestro de la realpolitik, junto con Licinio, augusto como él, garantizó la libertad religiosa ilimitada para todo el imperio. Además, en el 315 se abolió el castigo de la crucifixión, en el 321 se introdujo el domingo como festividad oficial y se aceptó que la iglesia disfrutara de su patrimonio y, por último, en el 325 se convirtió en Emperador único de la totalidad del Imperio, convocando, a la sazón, el primer concilio ecuménico – esto es, universal – que se celebró en su residencia de Nicea, en Bizancio.

¿Cómo pudo la Iglesia cristiana mantenerse contra todo pronóstico en el mundo de la antigüedad hasta llegar a establecerse?

En realidad, no hay una explicación unívoca para ello y son muchos los factores que intervinieron pero, tal vez, podría determinarse que se vio favorecida por estas cinco causas:

I) la organización unitaria de la iglesia y su voluntad de ayuda a los desamparados.

II) la contraposición del monoteísmo cristiano como una postura ilustrada y progresista frente al politeísmo salvaje.

III) la ética de los ascetas y mártires cristianos percibida como superior a la moralidad pagana.

IV) la unión y disciplina de la comunidad cristiana y

V) su capacidad de ofrecer respuestas más o menos sencillas y/o aceptables a problemas como la culpa, el pecado, la muerte o la inmortalidad del alma, asuntos todos ellos consustanciales al surgimiento del hombre mismo y que nos acompañarán hasta nuestra desaparición.


Una vez garantizada la libertad religiosa, las tensiones latentes en el seno del cristianismo salieron a la luz. Es tremendamente difícil sintetizar esas fricciones pero, básicamente, cuanto más se equiparaban la idea de Jesús y el hijo – paradigma absolutamente contrario a las enseñanzas del judaísmo – al mismo nivel que Dios padre, y se asimila la relación entre ellos de acuerdo a la idea de la trinidad y las corrientes naturalistas del helenismo, más difícil resultaba en el seno del cristianismo reconciliar la idea del monoteísmo con la existencia de un hijo de Dios. En cierto modo, el cristianismo parecía estar adorando a dos Dioses.


Intentemos centrarnos: El presbítero Arrio defendía ahora que el hijo, Cristo, había sido creado antes de los tiempos, pero que, aún así, debía considerársele una criatura de este mundo. Esta idea provocó una gran controversia que, inicialmente, sacudió los cimientos de la iglesia oriental. Cuando Constantino advirtió que, ante la masivas conversiones que se producían en el seno del cristianismo, una división ideológica amenazaba la unidad de un Imperio que, no olvidemos, había sufrido una verdadera guerra civil y acababa de unificarse políticamente, convocó el concilio universal. Extrapolando la situación, Constantino hizo exactamente lo mismo que haría el Director General de una gran empresa moderna cuando dos de sus principales departamentos tienen una visión divergente del modo de concluir un negocio... convocar una reunión.

El Concilio

Entre los asistentes, estaban las figuras eclesiásticas más relevantes del momento: Osio, obispo de Córdoba – al que, desde el primer momento, Constantino permitió dirigir las deliberaciones -, Alejandro de Alejandría, Marcelo de Ancira, Leoncio de Cesarea, Eustaquio de Antioquia... incluso unos presbíteros representaron al obispo de Roma, que no pudo asistir debido a su avanzada edad (la mayoría de las versiones contradicen la moderna hipótesis del controvertido teólogo Hans Küng, en el sentido de que éste no había sido invitado) y también figuraban entre los asistentes personas más o menos próximas a Arrio, como Eusebio de Cesarea o Eusebio de Nicomedia. En cierto modo, si hacemos caso a este escenario – y documentalmente es tan válido como cualquier otro pues figura en múltiples referencias – todas las corrientes estaban más o menos bien representadas y, según dos de los principales cronistas del evento, Rufino y Atanasio, las discusiones fueron acaloradas pero sustancialmente “límpias” y, lo más importante, Constantino se abstuvo por lo general – al menos, por su propia palabra – de participar en ellas. Esto contrasta con algunas descripciones modernas – quizá fruto de un revisionismo ciertamente interesado - de la actuación de Constantino en el concilio, interviniendo y dirigiendo la intervenciones. Esta claro que, del resultado del convenio dependía en buena parte la estabilidad de una parte cada vez más grande de la población del Imperio, y es justo que Constantino deseara esa estabilidad pero es muy discutible que dirigiera el resultado de las deliberaciones porque, para empezar, el intelecto del emperador – y de casi cualquiera de los mortales – tendría serios problemas para asimilar buena parte de los temas, términos y abstracciones discutidos en Nicea. El emperador se limitó a enviar a Alejandro y Arrio, los dos principales contendientes, una epístola moderadora que tiene más de la ignorancia del soldado que de la razón del estadista y, siguiendo este razonamiento, es posible que solo acabara apoyando a Osio porque, simplemente, le resultara la opinión más comprensible, y porque como refleja acertadamente Edward Gibbon, en los posicionamientos preliminares de los dos primeros días, Arrio solo gozaba del apoyo de dos obispos de Egipto, siete presbíteros y doce diáconos. Evidentemente, Arrio salió derrotado y Contantino redondeo su absoluta falta de principios en el momento en, transcurridos tres meses desde Nicea, mostró indulgencia para todos aquellos que defendieron en su día la opción perdedora y fueron severamente castigados, incluidos Eusebio y Arrio.

Resultados del Concilio

Según el credo aprobado – la resolución más importante del concilio – Jesucristo no habría sido creado antes de lo tiempos, esto es, el punto de vista arriano. Antes bien, como “hijo” es también “de la misma naturaleza que su padre” (en griego Homo-ousios) una interpolación de la idea helenística de la consustancialidad, idea que aunque resulta escasamente bíblica, era más fácil de concebir por la población del Imperio, incluido el mismo Constantino, aunque no para los judíos. En definitiva, el nuevo credo supone la apuesta total de la iglesia por occidente y los gentiles como vivero de vocaciones y una cierta ruptura con oriente, con las fuentes hebraicas y con las filosofías orientales. Desde el primitivo cristianismo, el concilio había creado, de hecho, el catolicismo.


Es indiscutible que, en determinados aspectos, el emperador buscó la mayor cantidad de sinergias posibles: aprovechó la oportunidad para asimilar la organización territorial de la iglesia a la organización territorial del Estado y determinadas resoluciones conciliares se tornaron en leyes civiles con su beneplácito. Pero, no obstante, escritos más o menos contemporáneos a los hechos, permiten definir y comprobar los estrechos límites de los primeros jerarcas religiosos que, salvo contadísimas excepciones, nunca sobrepasaron el poder espiritual, perteneciendo los abusos (algunas excomuniones arbitrarias y ciertos casos de corrupción) al grupo de acciones de aquellos que solo se representan a sí mismos y no a un paradigma de comportamiento. Además, Constantino permaneció objetivamente fuera de cualquier confrontación de tipo religioso o relacionada con la fe, que es, que duda cabe, la sustancia principal del hecho religioso por lo que hablar de una Iglesia Imperial me parece, cuanto menos, desproporcionado. Esto, unido a la no intervención de la Iglesia en decisiones relacionadas con la política exterior, los temas militares o la cuestión económica, me hacen inclinarme por la visión de un Estado de la iglesia dentro de otro estado.


El que el emperador recibiera el apoyo de, al menos, aquellos que se habían visto beneficiados por su política de libertad religiosa – libertad que afectaba a todas las confesiones, no solo a la cristiana – parece consecuente y la necesidad de un credo universal – a la postre aprobado en Nicea – del tipo “un Dios, una Iglesia, una fe” imprescindible para una religión en crecimiento y con los problemas de estanqueidad y diferencia de puntos de vista de las grandes organizaciones. La iglesia no participó en la definición del nuevo estado romano, tan solo se aprovechó del peso demográfico de sus seguidores y su única obsesión fue la organización de los suyos, pero como cristianos, no como ciudadanos. Constantino, un soldado por encima de todo y puede que obsesionado por reparar las excesos que pudiera haber cometido, dio media vuelta a sus convicciones y desterró a los tres principales prohombres católicos, Atanasio, Eustacio y Pablo de Constantinopla e incluso recibió los ritos del bautismo de manos del obispo arriano de Nicomedia... Ciertamente, un comportamiento bisoño por parte de un monarca que nunca acabó de entender las opiniones que se vio forzado a escuchar y que aceptó la solución que ofrecía más estabilidad... sin preocuparse de absolutamente nada más. La iglesia le devolvió el favor, mostrándole la más educada de las indiferencias.



Nota del editor
Recuerda que este post de hoy tiene un formato un poco especial. 2 bloggers invitados, el Sr. Caboblanco y el Sr. Benítez, se ofrecieron a explicar un mismo acontecimiento pero cada cual desde su muy personal punto de vista. El tema ya lo conoceis: Las implicaciones del Concilio de Nicea. Pues bien, teneis 2 formas para votar cuál es vuestro artículo preferido:
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Indice




La nueva forma de entender la historia

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El Concilio de Nicea, el ocaso de la Civilización Clásica

Por Santi Benítez

Es imposible hacer una reflexión fundada sobre que fue, pero, sobre todo, que ha significado para el ser humano el Concilio de Nicea sin situarlo en el contexto histórico en el que se desarrolla. Porque es ese contexto histórico el que coloca a sus actores relevantes y el que dibujaría la escena de un mundo que, a partir de dicho Concilio, se tragaría todo lo anterior a causa del fundamentalismo religioso, hundiendo a la humanidad en más de 1000 años de oscurantismo; la Edad Media. Y sin hacer esa reflexión es imposible entender cómo la sabiduría de sabios y filósofos, recogida y mimada durante más de diez siglos anteriores a dicho Concilio en bibliotecas, academias y escuelas, fuera, de repente, tragada por la noche de los tiempos durante otros diez siglos. Sabiduría que, aún hoy día, no ha sido recuperada del todo y que, con toda probabilidad, jamás lo será.

Constantino Superstar (306-337)

Es evidente que el hecho histórico más relevante en el siglo IV, tras la restauración del Estado llevada a cabo por Dioclesiano, es la conversión del cristianismo en el catolicismo, siendo, de la noche a la mañana, la religión sociológicamente dominante del mundo mediterráneo. Si a principios de siglo el cristianismo no deja de ser una más de las tantas religiones de salvación de origen oriental existentes en el Imperio, mediado el mismo y tras su reconversión en catolicismo, se transforma en una marea que lo engulliría, mediatizaría y estrangularía todo, desde la misma sociedad, hasta la cultura y, por supuesto, la política. Ese cambio, sin embargo, no se produjo sin una profunda crisis que queda reflejada en el pensamiento histórico y literario de la época.

Esto sería inexplicable sin la figura de Constantino (306-337) como emperador de oriente. Es más, si el reinado de Constantino no hubiera tenido lugar, el catolicismo no existiría. Como figura histórica Constantino vive una época convulsa y tremendamente complicada, lo que refuerza su imagen de hombre inteligente que no sólo fue un gran militar y estratega, sino también un político hasta la médula. Todo ello sin obviar el carácter severo, violento y de ostentación que marcaron a casi todos los emperadores del imperio.

Hay que trasladarse hasta el 1 de mayo de 305, cuando Diocleciano abdica, para ver a las claras como la crisis del sistema llamado Tetrarquía (dos césares y dos Augustos) se hace evidente. La retirada de los dos Augustos implicaba de forma directa la trascendencia del poder imperial, no inherente a quien lo ejerciera. Por lo tanto, los dos Césares pasaron a ser Augustos (Constancio y Galerio, ostentando aquel el titulum primi nominis, la preeminencia moral sobre el título de Emperador), y se nombran dos nuevos Césares: Maximino para oriente y Severo para occidente. El equilibrio del sistema es precario, siempre lo fue, pero ahora lo es más que nunca. El mecanismo de poder, mal fundamentado por Diocleciano, mezcla dos reglas incompatibles: la elección subjetiva y arbitraria del aspirante - derecho de este en el sistema de sucesión del Augusto-, y el automatismo propio del sistema monárquico - hereditario por primogenitura-. Esto sólo dio lugar a una serie de luchas, principalmente por la exclusión del sistema en el 305 de los hijos de aquellos que fueron Augustos y Césares. En ese alzamiento, Constantino, hijo de Constancio, logra controlar la Galia e Hispania, siendo nombrado César por Severo - quien termina siendo asesinado por los propios pretorianos que nombran Augusto a Majencio, hijo de Maximiano-. Para terminar de arreglar el desaguisado Diocleciano nombra a un Augusto occidental por su cuenta, Licinio, en 308.

Todo esto podría parecer muy complicado a simple vista, pero es más sencillo de lo que parece. Imagínense que en el año 308 siete emperadores tenían, más bien pretendían tener el título de Augusto: Maximiano, Galerio, Constantino, Majencio, Maximino Daia y Licinio. Incluso Domicio Alejandro, en África, se vistió de púrpura. Evidentemente la situación se solucionó a base de eliminación, nunca mejor dicho, de candidatos. Maximiano fue asesinado precisamente por Constantino, su propio yerno, en el año 310. En el 311 Galerio muere de enfermedad, no sin antes publicar un edicto de tolerancia religiosa hacia los cristianos, a los que persiguió enconadamente por servir de espías para sus adversarios. Ese mismo año un prefecto de Majencio asesina a Alejandro. Estos hechos dejan camino expedito a Constantino y Majencio en el Oeste, y a Licinio y Maximo Daia en el Este.

Lo cierto es que la figura de Majencio ha sido considerada como la de un usurpador por todos los historiadores, y como la de un tirano y asesino de cristianos por parte de las fuentes eclesiásticas. Lo primero es cierto, lo segundo no podría estar más lejos de la realidad. Majencio, de hecho, siempre practicó políticamente la tolerancia religiosa. Y tiene su lógica dado que los problemas que lo obligaban a gobernar al día, con el único apoyo de los pretorianos y del pueblo romano - la plebe-, no así de los elementos senatoriales que no veían con buenos ojos la fiscalidad impuesta a sus patrimonios, a lo que hay que sumar la pérdida de Hispania a manos de Constantino, y la falta de avituallamiento de Roma por culpa de los disturbios causados por Alejandro en África, no le permitían preocuparse por quien y que religión se practicaba.

Sin embargo, quien tomó la iniciativa que restablecería la unidad imperial fue Constantino, demostrando ser el mejor estratega de los cuatro en liza. Sabía que Licinio, responsable de la península balcánica, no intervendría ya que había llegado a un entendimiento con Maximino, así que invadió Italia por los Alpes y derrotó en el Puente Milvio a Mejencio el 28 de octubre de 312. La tradición católica entiende esa victoria como milagrosa e incluso dice que las legiones adoptaron la cruz como emblema para ir a la batalla, in hoc signo vinces. Pero la realidad es que el milagro habría sido que Majencio hubiese podido vencer a las legiones sólo con sus pretorianos, por no hablar de que las legiones mandadas por Constantino portaban como estandarte un esbozo de lo que más tarde pasaría a ser el Crismón o Lábaro, estandarte militar de Constantino, no la cruz, que como símbolo cristiano no fue usado jamás, y como símbolo católico no es usado hasta bien entrado el siglo VII. Es más, la cruz como símbolo era repudiado por los cristianos por su origen simbológico pagano ("Los cristianos incluso repudiaban la cruz debido a su origen pagano. [...] Ninguna de las imágenes más antiguas de Jesús lo representan en una cruz, sino como un dios pastor a la usansa de Osiris o Hermes, portando un cordero" - Barbara Walker, The womans enciclopedia of myths and secrets, San Francisco, Harper and Row, 1993-).

Constantino llega a un acuerdo con Licinio, más dado a negociar que a luchar, para repartirse el pastel, ganando a su causa a todos los grupos religiosos que pululan por el Imperio con el Edicto de Milán de 313. Para empezar la idea no parte de Constantino, sino de Licinio, que ya en el 311 había usado el mismo sistema firmando junto a Galieno un edicto de tolerancia para apaciguar a los grupos religiosos de sus ámbitos gubernamentales. Este primer edicto de 311, firmado por Licinio y Galieno, es obviado por las fuentes eclesiásticas de forma interesada, tomando el firmado en 313 como de libertad de culto para los cristianos en exclusiva y dando como impulsor del mismo a Constantino. Lo cierto es que tanto el de 311 como el de 313 son edictos de tolerancia religiosa para todas y cada una de las religiones que existen en ese momento, no sólo para los cristianos.

Este entente entre Constantino y Licinio dejó a Maximino Daia aislado. El edicto consiguió que las diferentes religiones en los territorios de este último se volvieran más belicosas e incluso inspiraran revueltas. Esto sumado a su débil posición estratégica dio como resultado su derrota en Adrianópolis a manos de Licinio ese mismo año 313. Maximino Daia es considerado por fuentes eclesiásticas como un acérrimo perseguidor de cristianos (¿...?). El Imperio volvía a tener los Augustos precisos. Licinio se convirtió en cuñado de Constantino al casarse con su hermana. Pero sólo eran aliados en apariencia.

La necesidad de creación del "Imperium Christianum" (306-379)

Es ese año 313 cuando Constantino comienza, de verdad, a tener en cuenta a los cristianos como fuerza de mantenimiento del orden y la paz, no sólo porque están organizados a lo largo y ancho de todo el Imperio, lo que los convertía también en una fuerza de espionaje y sabotaje sin parangón, sino porque la doctrina cristiana se acercaba mucho a lo que él mismo entendía por una religión. Como su padre, Constantino era un adepto al culto solar - Sol Invictus-. Las fuentes católicas se hacen eco de su revelación divina a raíz de una aparición. Lo cierto es que Constantino fue adicto a las apariciones divinas, entre ellas la de un Apolo Solar durante su estancia en Vosgos. Es evidente que Constantino era más un hombre de Estado que un hombre religioso, y su política al respecto lo prueba. Durante el año 313 los símbolos cristianos se multiplican en las monedas y las menciones a otros dioses "paganos" se van apagando. Pero es en el año 314 cuando los cristianos le piden que intervenga en una disputa con respecto a la doctrina donatista, vendiéndole la imagen de perturbación de la paz que producía la duplicación de la doctrina cristiana. Era evidente que la idea de unificación que Constantino albergaba tendía a cerrar una disputa que había dividido el norte de África, fuente de avituallamiento de todo el Imperio, donde surgían comunidades cristianas paralelas por doquier con una doctrina que estaba tomando el tinte de una cierta lucha social - los campesinos, literalmente trillados por los impuestos imperiales para el mantenimiento de las luchas internas entre los tetrarcas, se sintieron más cerca de los donatistas, cuya nueva doctrina aprovechaban para saquear haciendas y bienes de aquellos que no la compartían-. Donde de verdad Constantino vio la oportunidad fue en que, si bien los cristianos no donatistas le habían pedido intervención, los donatistas también lo hicieron. Y él no desaprovecha la ocasión para imponer su criterio. Nombra a Milciades, obispo de Roma y a Marcos, procónsul de África, como jueces en la disputa, celebrando el llamado Concilio de Arlés, al frente del cual pone a Ceciliano. La cuestión no era que el Concilio terminara con el cisma donatista, para Constantino la cuestión era que el Concilio de Arlés es el primer Concilio sujeto a arbitrio imperial y abría una serie de posibilidades que, como hombre de Estado, no le pasaron desapersividas. El Concilio de Arlés es el verdadero antecedente histórico para el Concilio de Nicea, también sujeto a arbitrio imperial.

A partir del año 314 Constantino entra en una espiral filocristiana favoreciendo a dicha doctrina frente al resto. Entiende perfectamente que la religión es un arma formidable si consigue que esta respalde al Estado: gobernar al ciudadano no sólo legislativamente, sino también moralmente. Esta actitud lo enemista rápidamente con Licinio, más dado a la tolerancia hacia todas las religiones, que comienza a tener problemas con el fundamentalismo cristiano que se extiende por sus dominios a causa de Constantino. Este termina por atacarlo de forma unilateral arrancándole las provincias de Panonia y Mesia. Pero finalmente se acuerda una tregua de diez años. Al mismo tiempo Diocleciano muere en Salona, haciendo que la situación vuelva al principio de la sucesión hereditaria. En rigor, el concepto dinástico requiere un sólo emperador que imponga a su propia dinastía. Así que la guerra estalla en el 324, presentada por la tradición católica como una cruzada, cuando no deja de ser el mismo sistema de eliminación que se venía produciendo desde 312. Licinio es derrotado en Adrianópolis y luego en Asia Menor. Se rinde, siendo ejecutado junto a su hijo. Este acto, bárbaro en apariencia, restablece la concentración de poder imperial en una sola mano, asegurando la sucesión dinástica en esas mismas manos.

Una vez eliminados todos sus adversarios, que optaban a obtener el mando del Imperio, Constantino comienza a cimentar las bases para que ese mando que ahora ostenta no pueda ser discutible. Para ello primero crea una base que respalde a su dinastía, así que la llama segunda dinastía "flavia", sosteniendo que su padre era descendiente de Claudio II, el Gótico. Convencido de la necesidad de crear un gobierno respaldado por una religión de Estado, se lanza de lleno a la creación del Imperium Christianum. Las bases para ello las viene creando desde el 313, cuando comienza su actitud "césaropapista". Es más, él es el primero que acuña el concepto de Iglesia Católica, no San Pedro ni ningún otro santo, Constantino. En una carta enviada al procónsul de África, Anulino, a raíz del cisma donatista, se incluyen dos puntos que aclaran cuales son sus intenciones. Es el primer escrito en el que aparece el concepto de catholica ecclesia - es decir, universalmente reconocida- y la exención de sus clerici de las cargas (numera) curiales; la concesión de la inmunidad eclesiástica. Podría parecer que este acto fue gratuito, pero teniendo en cuenta que los cristianos, donatistas y no donatistas - aunque son los primeros lo que se apropian del término-, se consideran a si mismos soldados de Cristo - agonistici-, y que Constantino vislumbra ese Imperium Christianum, no sólo no se puede decir que es un acto gratuito sino que además se puede aseverar que fue interesado y, políticamente, muy acertado.

La creación intelectual del crisol de la cristiandad.

Si bien en el año 325 la religión más favorecida por el Estado, no sólo desde la ley, sino también de forma económica, es la cristiana, no deja de ser cierto que la religión más popular es el mitrianismo. El ferreo código moral cristiano y el fundamentalismo del que hacen gala los cristianos no atrae demasiado a una ciudadanía que acostumbra a cambiar de religión según sus preferencias, el tipo de celebraciones que practican, etc, etc. Esto se debe a la gran oferta religiosa que existe.

Hasta el año 320, el cristianismo es tolerado y favorecido, pero nunca convertido en la religión oficial del Estado. Es la época de compromiso con la antigua religión - Constantino seguía siendo pontifex maximus, impronta que remarca en el Crismón o Lábaro, estandarte militar de Constantino- y de equilibrio entre cristianos y paganos. Tanto es así que el Emperador tiene consejeros de varias religiones... pero por los cristianos tiene a Osio de Córdoba (256-357).

Esta figura, que parece pasar desapercibida en los libros de historia, siendo nombrada sólo de soslaire, jugará un gran papel en los hechos que desembocarían en el Concilio de Nicea. Para poder demarcar su carácter decir que, anteriormente, ya participa de forma activa en el Concilio de Elvira en Hispania. Concilio poco conocido en el que se trata la separación de las comunidades judías hispanas y estrictas prohibiciones para alejar a los cristianos de "ambientes" paganos. Estas prohibiciones afectaban desde la asistencia de cristianos a las carreras de cuadrigas hasta el culto imperial o la asistencia a fiestas promovidas por otras religiones - no he logrado encontrar cual sería el castigo para quienes obviaran estas prohibiciones-. Entre sus 81 cánones, todos disciplinares, se encuentra la ley eclesiástica más antigua concerniente al celibato del clero, la institución de las vírgenes consagradas (virgines Deo sacratae), referencias al uso de imágenes - cuya interpretación aún es muy discutida-, temas como el matrimonio, bautismo, ayuno, excomunión, enterramiento, vigilias, o cumplimiento de la obligación de asistir a misa. Pero no adelantemos acontecimientos...

Constantino se da perfecta cuenta de que si quiere un respaldo religioso a su política, si pretende conseguir el gobierno del hombre por la ley y la moral, necesita no sólo respaldar su dinastía, ser pontifex maximus o ejercer el cesaropapismo. Es menester que las diferentes religiones admitan el origen divino de su poder, no porque sea dios, sino porque dios así quería que fuera. Necesita que las diferentes religiones respalden al Estado y unifiquen criterios que le sean más provechosos al Imperio. Precisa que las distintas religiones unifiquen criterios en vez de entrar en una guerra abierta por los creyentes. En parte ya lo está consiguiendo con el mitrianismo - Sol Invictus- y el cristianismo. Un buen ejemplo de ello es que el Festival del Nacimiento del Sol Inconquistado (Dies Natalis Solis Invicti) se celebraba cuando la luz del día aumentaba tras el sosticio de invierno, en alusión al "renacimiento" del sol. Este Festival corría desde el 22 al 25 de diciembre... -¿Les suena?-, curiosamente resulta que es a partir del Concilio de Nicea cuando queda sentado que el 25 de diciembre es la fecha del nacimiento de Cristo - no de Jesús, de Cristo-. También quisiera señalar que el gorro que usaran obispos, arzobispos y el mismo Papa, la mitra, tiene su origen en el tocado de dignidad que llevaban los sacerdotes de Mitra y, posteriormente, los sacerdotes persas que vestían de blanco - es evidente que el tocado no era, ni mucho menos, parecido a lo que, hacia el siglo V, se usaba en la Iglesia Oriental, que no pasaba de ser un bonete semiovoide. Pero su origen está claro y es indiscutible-. Incluso el halo que aparece en las figuras de los santos rodeando su cabeza es una copia del que aparece alrededor de la cabeza del auriga del carro del Sol Invicto.

Para el Emperador no existía problema a la hora de reunir a las diferentes religiones paganas. El problema era, precisamente, meter en el saco a los cristianos. Y Arrio fue la excusa perfecta. No se puede decir que Constantino engañara a los cristianos, sin duda Osio tenía muy claro cual era el fin último del Concilio que el Emperador quería hacer, pero también tenía muy claro que las ventajas para el cristianismo de esa unificación de doctrinas que diera lugar a un credo universal eran muchas, siempre y cuando todo lo aprobado en Elvira pudiera ser impuesto, y, de paso, se quitaba de enmedio no sólo a Arrio, que se estaba convirtiendo en un verdadero problema en las diosesis orientales, sino a otras muchas "herejías" incipientes basadas en los diferentes evangelios que pululaban por el imperio. Aquí Constantino también da muestras sobradas de ser un hombre de Estado. La doctrina arriana le es más simpática que la fundamentalista ostentada por Osio - el arrianismo es más acorde con su concepto de monarquía divina, el Hijo subordinado al Padre, al igual que el César al Augusto-, pero entiende que es necesario perder algo para ganar mucho.

Nicea

El Concilio de Nicea se celebra en el 325 en la ciudad de la que toma nombre - la actual Iznik-, en Asia Menor. Lo convoca directamente el Emperador Constantino, y las fuentes eclesiásticas dan por cierto que por consejo de Osio de Córdoba. "Son las mismas fuentes que no reconocen la asistencia al Concilio de Nicea de otras sectas y religiones. Sin embargo esto no es discutible dado que las decisiones tomadas en este Concilio unifican en el credo cristiano diferentes tradiciones que nada tenían que ver con el cristianismo hasta su celebración: la fecha de la Navidad es un buen ejemplo (...)" - Reverendo Robert Taylor, The Diegesis: Being a Discovery of the Origin, Evidences, and Early History of Christianity. Never yet before or Elsewhere So Fully and Faithfully Se, Kyla (Montana), Kessinger Publishing Company, 1997-.

El Concilio de Nicea fue una verdadera cumbre que reunió a los líderes cristianos de Alejandría, Antioquía, Atenas, Jerusalén y Roma, junto a los máximos representantes del resto de las sectas y religiones más representativas en el ámbito del Imperio romano - Apolo, Deméter/Ceres, Dioniso/Baco, Jano, Júpiter/Zeus, Oannes/Dagón, Osiris e Isis y, por supuesto, el Sol Invictus, este último representado por el propio Emperador-. En este aspecto es revelador que se guarden las actas del Concilio de Elvira, así como lista fiel de asistentes y de los cánones que se aprobaron allí, pero resulta que las actas de Nicea - Concilio a todas luces más importante-, así como los cánones resultantes estén tan rodeados de controversia. Por poner un ejemplo, resulta que la mayoría de los cánones que, supuestamente, se aprueban en Nicea son un calco de los aprobados en Elvira - tanto es así que las fuentes eclesiásticas han intentado hacer pasar el Concilio de Elvira como posterior a Nicea. Pero resulta que sus actas, en las que se recogen los cánones y el nombre de los asistentes, están fechadas, así que no cuela-, y ninguno de ellos hace referencia ni directa ni indirecta a la fecha de celebración de la Navidad, cuando se sabe a ciencia cierta que el 25 de diciembre es impuesto como tal en Nicea.

Tampoco parece que haya una posición clara de quienes asisten a dicho Concilio, cosa que no ocurre con ningún otro, ni anterior - Concilio de Arlés, Concilio de Elvira, etc-, ni posterior. Hasta hace poco más de 40 años la iglesia negaba que existieran listas de asistentes. Es entonces cuando se, digámoslo así, matiza lo dicho, porque esas fuentes se negaban a si mismas, que sí reconocían que hubo que firmar un documento de adhesión al Credo que fue aprobado por casi todos los asistentes - se conocía hasta los nombres de los dos asistentes que no lo firmaron: Teón de Marmárica y Segundo de Tolomeo-. Las fuentes eclesiásticas reconocen que "Las listas de firmantes han llegado hasta nosotros muy mutiladas, desfiguradas por los errores de los copistas (...)" - Enciclopedia Católica-, algo que, visto lo visto, es más que lógico. El estudio de dichas listas sólo ha sido permitido a H.Gelzer, H.Hilgenfeld, O.Contz y C.H.Turner, dando lugar al reconocimiento de unos 220 nombres, aunque, cosa extraña, en las listas aparece el nombre del firmante, diósesis, filiación y... ¡Su religión! (¿...?).

Pero este Concilio no sólo es curioso por eso. El "Milagro" de Nicea también permitió quitar de enmedio 266 evangelios mediante la "intervención divina", que consistió en poner los 270 evangelios bajo una mesa del salón del Concilio, cerrar la puerta con llave y pedir a los Obispos que rezaran durante toda la noche para que dios pusiera sobre la mesa aquellos que fueran inspirados por él. Claro que, a falta de actas, tampoco sabemos quien guardó la llave durante la noche. Lo cierto es que a la mañana siguiente los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan estaban sobre la mesa. Sobrenatural o no, el responsable del "milagro" debió de haber ponderado mejor la elección de estos cuatro evangelios, pues los escogidos incurren en abundantes contradicciones lo que hace imposible que sean, por llamarlo de alguna manera, fiables. Por ejemplo, en el evangelio de Mateo se afirma que el nacimiento de Jesús fue dos años antes de la muerte de Herodes, mientras que si es a Lucas a quien tenemos que hacer caso, Herodes llevaría nueve años muerto en el momento del nacimiento de Cristo. ESto, que podría ser incluso cómico, la elección de esos cuatro evangelios de entre los 270 existentes, tuvo como consecuencia la muerte de decenas de miles de cristianos durante los tres años siguientes a la finalización del Concilio, porque la posesión de cualquiera de los 266 restantes se tipificó como un delito capital - Lloyd Graham, Deceptions and myths of the Bible, Nueva York, Citadel Press, 1991-.

Sin embargo, lo más importante es que lo que resulta del Concilio de Nicea es el catolicismo, con variaciones bastante pequeñas, que hoy día conocemos. Aparece de forma efectiva lo que será, ya para los restos, la catholica ecclesia, no sólo como concepto sino con un refinamiento en cuanto a organización que jamás había tenido ninguna otra organización religiosa, ni lo tendrá después. Se aprueba todo lo relativo a las elecciones episcopales, los patriarcas y su jurisdicción, todo lo relativo a la excomunión, la prohibición de abandono de sus iglesias por parte de los clérigos, así como la prohibición de que Obispos, sacerdotes y diáconos pasen de una iglesia a otra. En este concilio se llegan a sentar incluso las bases de la liturgia que hoy día conocemos... pero también se le dan poderes a la nueva iglesia para embarcarse en una campaña de censura a gran escala destinada a silenciar a millones de disidentes a través del asesinato, la quema de libros, la destrucción de obras de arte, la desacralización de templos, la eliminación de documentos, inscripciones o cualquier otro posible indicio que pudiera poner en duda su derecho a ejercer el gobierno del espíritu del hombre, y que condujo a occidente a unos niveles de ignorancia desconocidos desde el nacimiento de la civilización grecoromana - "A fin de oculta rel hecho de que no existía base histórica alguna que justificase sus ficciones teológicas, el sacerdocio cristiano tuvo que recurrir al deleznable crimen de destruir casi cualquier traza de lo ocurrido durante los dos primeros siglos de la era cristiana. Lo poco que fue permitido que llegase hasta nosotros lo habían alterado y distorsionado hasta dejarlo por completo carente de cualquier valor histórico" Jonathan M. Roberts, Antiquity unveiled: ancient voices from the spirit realms, Mokelumne Hill (California), Health Research Books, 1970-.

La consumación del "Imperium Christianum"

Por su parte Constantino consigue aquello que se había propuesto, la creación de una religión de Estado que respaldará su poder, y con el tiempo el de todas las monarquías europeas siempre y cuando sean católicas, como entregado por el propio dios. Sin embargo, pasan muy pocos años entre un Constantino, monarca que preside un Concilio que ha logrado hacer a su medida y en los términos que pretende, intentando estatalizar a la religión que nace de dicho Concilio, y esta carta enviada por un Osio dejando claro cual era el espíritu de aquellos que, como supuestos defensores de la fe, acudieron a Nicea: "Yo fui confesor de la fe cuando la persecución de tu abuelo Maximiano. Si tú la reiteras, estoy dispuesto a padecerlo todo antes que a derramar sangre inocente ni ser traidor a la verdad. Haces mal en escribir tales cosas y en amenazarme (...) Dios te confió el Imperio, a nosotros las cosas de la Iglesia (...) Ni a nosotros es lícito tener potestad en la tierra, ni tú, Emperador, la tienes en lo sagrado..." La historia, y a las pruebas me remito, desdijo a Osio e hizo salir las verdaderas intenciones de la iglesia, dando la vuelta a aquella tortilla que tan bien creyó hacer Constantino. Todo ello en menos de cien años.

Una vez que las autoridades eclesiásticas obtienen el derecho legal de destruir cualquier obra escrita que se opusiera a las bases sentadas en Nicea, entre los siglos III y VI, bibliotecas enteras fueron arrasadas hasta los cimientos, escuelas dispersadas y confiscados los libros de ciudadanos particulares a lo largo y ancho el imperio romano, so pretexto de proteger a la iglesia contra el paganismo. En el siglo V la destrucción era tal que el arzobispo Crisóstomo escribió con satisfacción: "Cada rastro de la vieja filosofía y literatura del mundo antiguo ha sido extirpado de la faz de la tierra" - Lloyd Graham, Deceptions and myths of the Bible, Nueva York, Citadel Press, 1991-. Se establece la pena de muerte para cualquier persona que escribiera libros que contradijeran las doctrinas de la iglesia. En la lista de aquellos que participaron en ello hay muchos nombres de los "doctores" de la iglesia. El propio Gregorio, obispo de Constantinopla y último doctor de la iglesia, fue un activo incinerador de libros. La construcción de iglesias sobre las ruinas de los templos y lugares sagrados de los paganos no sólo se convirtió en una práctica común sino también obligada para borrar por completo el recuerdo de cualquier culto anterior. Sin embargo, hubo cierta justicia poética en todo ello. En Egipto, ante la imposibilidad material de demoler las grandes obras de la época faraónica o de borrar los jeroglíficos grabados en la piedra, se optó por tapar los textos egipcios con argamasa, lo cual, lejos de destruirlos, sirvió para conservarlos a la perfección hasta nuestros días y eso ha permitido que tengamos un conocimiento de antiguo Egipto más detallado que el de los primeros siglos de nuestra era y, lo que es más importante, aquellos jeroglíficos preservaron la verdad, ya que contenían la esencia y el ritual del mito celeste que, casualidades de la vida, tiene una enorme similitud al mito evangélico.

"Tras quemar libros y clausurar iglesias paganas, la iglesia se embarcó en otra clase de encubrimiento: la falsificación por omisión. La totalidad de la historia europea fue corregida por una iglesia que pretendía convertirse en la única y exclusiva depositaria de los archivos históricos y literarios. Con todos los documentos importantes custodiados en los monasterios y un pueblo llano degenerado al más absoluto analfabetismo, la historia cristiana pudo ser falsificada con total impunidad, convirtiendo a una religión de Estado en un Estado en si misma". Barbara Walker, The womans enciclopedia of myths and secrets, San Francisco, Harper and Row, 1993.

Conclusión

Bajo mi punto de vista, y en vista de los hechos expuestos, no creo que nadie sea capaz de negar la intención de Constantino y mucho menos la de aquellos santos padres de la iglesia católica. Tampoco creo que yo sea el más indicado para sacar conclusiones al respecto. Así fueron los hechos, y así se los he contado. Todo lo expuesto aquí no forma parte de un saber esotérico u oculto, se trata de hechos conocidos, si bien no difundidos. Hagan la prueba. Si interrogan a cualquier académico ducho en el tema no tendrá más remedio que reconocer que la fundación del cristianismo y la posterior fundación de la iglesia católica está cimentada en siglos de fraude, mentiras e intriga.

No me gustaría que alguien entendiera que las intenciones que promueven este texto que han leído tienen que ver con vilipendiar la religión como concepto. Nada más lejos de la realidad. Como filósofo, se me hace impensable creer que los hechos, los datos, la historia, la verdad al fin y al cabo, menoscabe la religión. Todo lo contrario. Bajo mi punto de vista sí lo hacen las falsedades y manipulaciones históricas que cimentan creencias areligiosas que benefician únicamente a aquellos que las propagan en detrimento de los creyentes, la mayoría de las veces con la única intención de imponer normas morales y éticas que poco o nada tienen que ver con las creencias reales de quienes las practican. Creer en la existencia de dios, sea este el que sea, creer en su bondad y piedad, que no es otra cosa que creer en la bondad y piedad del ser humano, no tiene nada de malo, es incluso deseable. Como bien dijo Voltaire "Si dios no existiera, habría que inventarlo", porque cuando no existe la capacidad para crear una serie de normas éticas y morales propias la existencia de la religión suple dicha incapacidad.

Espero que les haya sido interesante o, cuando menos, que les haya impulsado a leer un poco sobre el tema y sacar sus propias conclusiones.

Ôo-~



BIBLIOGRAFÍA

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WHELESS, J.: Forgery in Christianity, Health Research, 1990.



Nota del editor
Recuerda que este post de hoy tiene un formato un poco especial. 2 bloggers invitados, el Sr. Caboblanco y el Sr. Benítez, se ofrecieron a explicar un mismo acontecimiento pero cada cual desde su muy personal punto de vista. El tema ya lo conoceis: Las implicaciones del Concilio de Nicea. Pues bien, teneis 2 formas para votar cuál es vuestro artículo preferido:
  1. En la cabecera del blog, lateral derecho, teneis un pequeño formulario donde votar. Estos votos supondrán un 50% de la valoración final. Ya sé que el sistema es un poco pedestre y que presupone que todo el mundo se ha leido los 2 artículos, pero bueno, confío en el buen juicio de todo el mundo. Si eres lector de este blog vía RSS, clica aquí para votar.
  2. El resto de la valoración dependerá de los comentarios cualitativos que me hagais llegar a la dirección del blog: historiaclasica@gmail.com


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27.1.08

'Roma y los bárbaros' llegan a Venecia

Visto hoy en elMundo.es

DPA

VENECIA.- Dentro de la turbulenta historia europea, el veneciano palazzo Grassi alberga a partir de este domingo una exposición sobre una de las etapas de mayor riqueza artística de la Edad Antigua y la primera etapa del Medioevo.

La muestra 'Roma y los bárbaros. Nacimiento de un nuevo mundo', que se podrá visitar hasta el 20 de julio, recoge más de 2.000 tesoros de 23 países, dando a los visitantes la oportunidad de retroceder casi mil años en el tiempo.

Sin embargo, esta vez no se trata de una mirada al arte de la época, sino de arrojar nueva luz a la abundante historia de las invasiones bárbaras en Italia y despejar los malentendidos sobre sus protagonistas.

Para los romanos, los bárbaros eran por encima de todo pueblos fuera del círculo cultural greco-romano y por tanto carentes de educación. A fin de desmentir esa imagen, el palazzo Grasso presenta ahora a los bárbaros como portadores de nuevos valores, usos y costumbres, que cambiaron profundamente la cultura europea. Y la exposición cobra actualidad por tratarse de una época de fuertes corrientes migratorias.

Para mostrar este "nacimiento de un nuevo mundo" el palazzo ha tomado prestados valiosos objetos de más de 200 museos, entre ellos numerosos tesoros nacionales. En total, más de 3.000 metros cuadrados que mostrarán la influencia de germanos, godos y hunos a lo largo de la historia de Europa.






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24.1.08

Quedan 3 días...

Los lectores de este blog y yo mismo asistimos la semana pasada a una auténtica batalla dialéctica a raiz del artículo sobre la Historicidad de Jesús. Dos lectores se enzarzaron en un debate sin piedad, razonado pero pasional, estructurado e impulsivo a la vez, sobre la veracidad y fiabilidad de las fuentes antiguas que nos hablan de Jesucristo. Para mí fue una auténtica gozada asistir a tal debate y un honor que tuviera lugar en este blog.

Pues bien, como recordareis (y si no, os recomiendo encarecidamente refrescar el tema), agotado el debate con unas ecuánimes tablas, les propuse un reto, que debería ayudarnos a dirmir las capacidades como comentarista de cada uno. Les propuse desarrollar un tema, el Concilio de Nicea, y analizar todas sus implicaciones desde su personal punto de vista. Les dí la fecha de hoy como límite para entregar sus documentos.

Pues bien, os he de decir que han cumplido con creces.

No se han conformado con resumir y sintetizar la cuestión, no.

No se han limitado a exponer sus argumentos en 4 lineas, no.

Tampoco han renunciado a analizar con ojo quirúrgico cada pequeño detalle...

Lo entregado, merecería ser grabado en doce tablas de bronce y publicado en el foro romano (bueno, quizás en este punto me he dejado llevar por el entusiasmo retórico...).

Como el material entregado es extenso y denso, voy a optar por analizarlo con calma, y lo publicaré el Lunes que viene. Espero de vosotros, seguidores de este blog, que le otorgueis entonces una lectura pausada y atenta, tras la cual debereis dirimir cuál de los dos os parece mejor. El lunes os doy más detalles sobre como dar vuestro veredicto. Hasta entonces, calma tensa.

Aprovecho para agradecer a los 2 duelistas el excelente trabajo realizado.


Si alguien quiere leer un poco sobre el tema, a fín de tener mejor criterio de cara al veredicto de la semana que viene, ahí van unos pocos links:



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23.1.08

Tumba de Heinrich Schliemann en Atenas


Schliemanns grav i Athen, originally uploaded by Troels Myrup.

Heinrich Schliemann, responsable del descubrimiento de Troya y de incontables hallazgos en Micenas, tuvo que interrumpir sus estudios a los 14 años para trabajar en una tienda. A causa de la gran cantidad de horas que trabajaba no tenía momentos para estudiar, pero en una ocasión entró en la tienda un molinero borracho llamado Niederhoffer. Según explica Schliemann en su autobiografía, el molinero había sido sacerdote protestante:

"...no había olvidado Homero, puesto que aquella noche en que entró en la tienda, nos recitó más de cien versos del poeta, observando la cadencia rítmica de los mismos. Aunque yo no comprendí ni una sílaba, el sonido melodioso de las palabras me causó una profunda impresión. Desde aquel momento nunca dejé de rogar a Dios que me concediera la gracia de poder aprender griego algún día."


Legionarios romanos tomando la ciudad de Barcelona


Roman Soldiers...in Barcelona, originally uploaded by Meg Powers.

¿Será la 4ª Guerra Púnica?


... ¿o debe ser otra exhibición de la Ermine Street Guard?

107.000 millones de humanos

Vía Microsiervos

Actualmente somos unos 6.600 millones de personas en la Tierra. Según datos de un estudio del Population Reference Bureau hasta 2002 habrían vivido un total (aproximado) de unos 106.500 millones de personas a lo largo de la historia. Sumando los 426.971.281 seres humanos que han nacido desde ese año hasta ahora, el resultado es que en la Tierra, a lo largo de toda su existencia, han vivido un total de unos 107.000 millones de personas. [Análisis de El Listo que Todo lo Sabe. Anteriormente, en Microsiervos: ¿Cuántas personas han vivido a lo largo de la historia?]





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22.1.08

THEATRUM SAGUNTINUM NON DELENDUM!

Hace unos días me hacía eco de la noticia de la sentencia del Tribunal Supremo por la cual se ordena la reversión de la restauración del Teatro romano de Sagunto, realizada hace 17 años. Lo cierto es que es un tema complejo, que a mi juicio no tiene solución fácil, y que además me lleva a pensar si el remedio será peor que la enfermedad. Os explico: Los trabajos de restauración dejaron como resultado un teatro nuevamente operativo, con un diseño moderno con ligeras reminiscencias clásicas, pero que se asemejaba al recinto antiguo como un huevo a una castaña.

La cuestión de fondo es la siguiente: ¿Qué es preferible? ¿Recuperar unas ruinas en su estado "original"? ¿o al menos conformarse con mantener un teatro incorrectamente restaurado, pero 100% operativo y a dispisición del público?

En el blog el Cinturón de Hipólita lo tienen muy claro: A pesar de ser acérrimos defensores de lo clásico, tienen claro que hoy por hoy el teatro restaurado proporciona un servicio público al que una población como Sagunto no puede renunciar. Por este motivo promueven una campaña para evitar la reversión de dicha restauración, es decir, siguiendo el viejo dicho de "mejor pájaro en mano que ciento volando", optan por conservar el teatro en su estado actual. Os adjunto el texto de su primera convocatoria frente al Ayuntamiento de Sagunto...

Desde el blog EL CINTURÓN DE HIPÓLITA queremos manifestar nuestra preocupación por la noticia del desmantelamiento del teatro romano de Sagunt, pues consideramos que sería una gran pérdida para la difusión de la cultura clásica.

El teatro de Sagunt es un bien cultural en sí mismo que está cumpliendo actualmente con el cometido para el que fue diseñado, es decir, la representación de tragedias y comedias de autores griegos y romanos, gracias al Festival Juvenil de Teatro Grecolatino. Este certamen teatral está complementado por la realización de unos Talleres didácticos de cultura clásica, únicos en toda España.

Así pues, su “reversión” supondría la desaparición de estos LUDI SAGUNTINI, de los que pueden disfrutar alrededor de unos 12.000 alumnos y profesores, desde hace 12 años.

La actividad teatral ha sido el germen para la creación de grupos de trabajo, jornadas de cultura clásica y muchas otras actividades que tienen como objetivo primordial la divulgación del legado clásico, convirtiendo a Sagunt en un referente fundamental no sólo a nivel nacional sino más allá de nuestras fronteras. La paralización de las representaciones supondría un freno a esa labor que con tanto esfuerzo se ha venido desarrollando en los últimos años.

Durante la semana en la que se realizan los LUDI SAGUNTINI el pueblo se beneficia con la presencia de numerosas personas, no sólo estudiantes y profesorado, que demuestran que el espíritu clásico sigue vivo gracias a iniciativas como esta.

Por lo tanto, solicitamos que se mantenga el teatro en su actual condición para que no desaparezcan todos los logros conseguidos después de muchos años.

THEATRUM NON DELENDUM !

THEATRUM SAGUNTINUM NON DELENDUM!



Comunicaros que el próximo día 29 habrá una concentración delante del Ayuntamiento de Sagunt a las 19,00 h para solicitar la “no reversión”.

>> Leer más acerca de la convocatoria

Artículos relacionados: Otros teatros romanos...
  1. Volterra (Toscana, Italia)
  2. Sabratha (Libia)
  3. Mérida (España)
  4. Málaga



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21.1.08

2 prácticas formas de seguir www.historiaclasica.com

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20.1.08

Urna con cenizas humanas

Provinente de Colonia, esta jarra funeraria de época romana contiene los restos de una cremación, uno de los ritos funerarios más habituales en la Antigüedad. Para acompañar esta fotografía, os recuerdo un fragmento de la Ilíada de Homero, en la que Aquiles jura vengarse de Héctor ante la pira de su amado amigo Patroclo.


152 En diciendo esto puso la cabellera en las manos del amigo, y a todos les excitó el deseo de llorar. Y entregados al llanto los dejara el sol al ponerse, si Aquileo no se hubiese acercado a Agamemnón para decirle:


156 —¡Oh Atrida! Puesto que los aquivos te obedecerán más que a nadie y tiempo habrá para saciarse de llanto, aparta de la pira a los guerreros y mándales que preparen la cena; y de lo que resta nos cuidaremos nosotros, a quienes corresponde de un modo especial honrar al muerto. Quédense tan sólo los caudillos.


161 Al oírlo, el rey de hombres Agamemnón despidió la gente para que volviera a las naves bien proporcionadas; y los que cuidaban del funeral amontonaron leña, levantaron una pira de cien pies por lado y con el corazón afligido, pusieron en ella el cuerpo de Patroclo. Delante de la pira mataron y desollaron muchas pingües ovejas y bueyes de tornátiles pies y curvas astas, y el magnánimo Aquileo tomó la grasa de aquellas y de éstos, cubrió con la misma el cadáver de pies a cabeza, y hacinó alrededor los cuerpos desollados. Llevó también a la pira dos ánforas, llenas respectivamente de miel y de aceite, y las abocó al lecho; y exhalando profundos suspiros, arrojó a la hoguera cuatro corceles de erguido cuello. Nueve perros tenía el rey que se alimentaban de su mesa, y degollando a dos, echólos igualmente en la pira. Siguiéronle doce hijos valientes de troyanos ilustres, a quienes mató con el bronce, pues el héroe meditaba en su corazón acciones crueles. Y entregando la pira a la violencia indomable del fuego para que la devorara, gimió y nombró al compañero amado:


179 —¡Alégrate, oh Patroclo, aunque estés en el Hades! Ya te cumplo cuanto te prometiera. El fuego devora contigo a doce hijos valientes de troyanos ilustres; y a Héctor Priámida no le entregaré a la hoguera, sino a los perros para que lo despedacen.


Canto XXIII, "Ilíada", Homero






18.1.08

Irán contra Hollywood

Visto hoy en elMundo.es


18 de enero.- La confrontación –por el momento sólo verbal- entre Estados Unidos e Irán se ha trasladado a la gran pantalla. Hartos de las 'mentiras' propagadas por la maquinaria hollywoodiense, dos directores de cine iraníes, Nader Talebzadeh y Peyman Fajjarian, han rodado sus propias versiones de dos de los éxitos norteamericanos más taquilleros de los últimos años y estrenan las versiones islamista y persa, respectivamente, de 'La pasión de Cristo' y '300'.

Fajjarian fue el primero en actuar, tras sentirse aludido por la versión de la batalla de las Termópilas narrada en la colorista '300', basada en el cómic de Frank Miller y en la que, según la agencia nacional iraní Irna, "se muestra una imagen distorsionada, ambigua e irreal de la guerra librada por el tirano griego Leónidas y Jerjes, para así degradar la imagen de una Persia musulmana […]. La película quiere dar a entender que las huestes del tirano griego, que no pasaban de 300 soldados, pudieron ganarles al ejército del millón de hombres del que disponía el rey persa Jerjes".

Tan indignante resultó a algunos sectores iraníes que la embajada persa en Brasil emitió una nota tachando la obra de Zack Snyder de "farsa total" que "distorsiona la historia", promueve el "conflicto de civilizaciones" y se encuadra en "las políticas bélicas de los gobernantes neoliberales de EEUU, sin ningún fundamento político, histórico o artístico".

El pasado agosto, Fajjarian puso en marcha su respuesta a la cinta y comenzó a grabar 'Persépolis, capital del mundo', una obra entre el documental y la ficción que estará ultimada en las próximas semanas. Fajjarian ha grabado parte de la cinta en Chogha Zanbil, uno de los escasos zigurats erigidos fuera de la antigua Mesopotamia, situado en la provincia de Juzestán, y el primer yacimiento arqueológico iraní en ser incluido en el patrimonio de la UNESCO.

"Básicamente, la película responde a muchas cuestiones y ambigüedades de las etnias y los estados relacionados con los aqueménidas, los griegos, las guerras y las personalidades importantes de ese período, además de resolver las imágenes erróneas que hay al respecto, y en este sentido se le ha dado más importancia al tema de la Guerra de las Termópilas para responder a la película 300", explicaba el director a Irna.

Su colega, el conservador Talebzadeh, también responde con cine a más cine: en este caso con la película 'Jesús, el espíritu de Dios', que pretende "corregir" los errores que el director dice haber observado en la cinta de Mel Gibson y de paso mostrar "el terreno común" que comparten Cristianismo e Islam.

"Haciendo esta película quería tender un puente entre Cristianismo e Islam, abrir una puerta al dialogo, dado que no hay mucho terreno común entre ambas religiones". Eso, pese al papel que juega Jesucristo en la religión islámica. Entre los musulmanes, Jesús es una figura clave, uno de los grandes profetas –junto a Noé, Moisés, Abraham- enviados a la Tierra para anunciar la llegada del más importante de ellos, Mahoma, encargado de extender el islam por el mundo. "Resulta fascinante para los cristianos saber que el islam rinde tanta devoción y tiene tanto conocimiento sobre la figura de Jesús", explica el cineasta, conocido conservador famoso por sus documentales sobre la guerra Irán-Irak de los 80.

El único problema es que en el Corán, y también en la película de Talebzadeh, la historia narrada en el Nuevo Testamento tiene un final diferente. "La cinta de Gibson es muy buena, está muy bien realizada, pero la historia es errónea: no fue así", asevera el cineasta en declaraciones recogidas por France Presse. "En el Corán se dice claramente que la persona que es crucificada no es Jesús", sino Judas, el mismo que termina clavado a una cruz de madera en la película iraní. Dios salva a Jesús, caracterizado por el actor Ahmed Soleimani Nia, con cabello y barba largos y rizados, y se lo lleva directamente al cielo sin pasar por el engorroso trámite del calvario, la crucifixión y la resurrección.

Talebzadeh llegó a intentar visitar a Gibson para darle lecciones de historia, pero los guardaespaldas no le permitieron entrar en su mansión de Malibú, así que se tuvo que conformar con dejar una copia a sus agentes, con la esperanza de que se la entregaran. Parece que no lo hicieron.

Tampoco en Irán la película, financiada por el Estado, tuvo demasiada buena acogida. En octubre, casi pasó desapercibida en los cinco cines donde fue proyectada, pero eso no impide que la televisión estatal se plantee reconvertirla en una serie de 20 episodios que será emitida a finales de año y en los cuales Talebzadeh amenaza con profundizar en los lazos entre Jesucristo y el Mahdi, el duodécimo imam de los musulmanes chiíes, venerado por éstos –empezando por el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad - y a quien se considera oculto –que no muerto- desde el siglo X.

Según la doctrina chií, el Mehdi –'el buen guía'- volverá en el final de los tiempos, seguido de cerca por Jesucristo, para imponer la paz y la armonía en el mundo. "Los musulmanes rezamos por su retorno y Jesús forma parte de ese retorno y del final de los tiempos", dice Talebzadeh. "¿Qué debemos hacer los artistas, esperar inactivos hasta que eso ocurra?".






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Alcibíades, y la Grecia turbulenta

Como ya ha hecho en otras ocasiones, la versión española de la wikipedia trae esta semana en portada un magnífico artículo sobre historia clásica, en este caso, una biografía sobre Alcibíades, el poliédrico y ambivalente político ateniense del s. V ac. Su biografía es tan convulsa como la historia de Grecia en este período, hasta tal punto que a uno le cuesta discernir si le tocó vivir en una época de cambios, o si él mismo fue causante de la misma. En todo caso, es de muy recomendada lectura, ya que nos permite entender los motivos que llevaron a la decadencia de la Grecia clásica.

Si todavía tienes dudas acerca de la importancia del personaje, ten en cuenta que los romanos tenían una estatua suya en los rostra, el estrado desde donde los políticos efectuaban sus discursos en el foro, y que Plutarco le dedicó una de sus célebres biografías.
Alcibíades Clinias Escambónidas (griego: Ἀλκιβιάδης Κλεινίου Σκαμβωνίδης; c. 450 adC–404 adC) fue un prominente estadista, orador y general ateniense, miembro de una aristocrática familia, que tuvo un papel destacado en la segunda mitad de la guerra del Peloponeso como consejero estratégico, comandante y político.

Durante el transcurso de la guerra del Peloponeso, Alcibíades cambió su lealtad en varias ocasiones. En su Atenas nativa, a principios de la década del 410 adC, defendió una política exterior agresiva y fue un prominente defensor de la expedición a Sicilia, pero huyó a Esparta cuando sus enemigos políticos presentaron cargos de sacrilegio contra él. En Esparta sirvió como consejero estratégico, proponiendo o supervisando importantes campañas contra Atenas. En Esparta, sin embargo, a Alcibíades también le salieron poderosos enemigos y se vio obligado a desertar a Persia. Allí fue consejero del sátrapa Tisafernes hasta que sus aliados políticos atenienses lograron su restitución. Fue general (estratego) durante varios años más, pero sus enemigos consiguieron exiliarle por segunda vez.

La expedición siciliana fue creación de Alcibíades, y los eruditos modernos han argumentado que si esa expedición hubiera estado bajo el mando de Alcibíades en lugar del de Nicias, la expedición no se habría enfrentado a su desastroso destino.[1] En los años que sirvió a Esparta, Alcibíades jugó un importante papel en la perdición de la ciudad de Atenas; la captura de Decelia y las críticas rebeliones de algunos de los pueblos bajo la influencia de Atenas ocurrieron instigadas por él o bajo su supervisión. Una vez devuelto a su ciudad natal, sin embargo, tuvo un papel crucial en la serie de victorias atenienses que llevaron a Esparta a solicitar finalmente la paz con Atenas. Eligió tácticas poco convencionales, a menudo ganando ciudades a través de la traición o la negociación en lugar del asedio.[2] Las capacidades militares y políticas de Alcibíades resultaron ser a menudo muy valiosas para cualquiera que contara con su lealtad, aunque su capacidad para granjearse poderosos enemigos aseguró que nunca permaneciera en un mismo lugar durante mucho tiempo, y, para cuando terminó la guerra que había ayudado a reavivar a principios de la década del 410 adC, sus días de relevancia política eran un recuerdo del pasado.

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16.1.08

Posts recomendados

Esta semana también ha sido fructífera en cuanto a calidad y cantidad de posts interesantes. A continuación os traslado una pequeña selección:
  • TerraAntiqvae nos trae la noticia de la confirmación de la identidad de la misteriosa Gioconda, que no era otra que ... descúbrelo tú mismo
  • En RomanArchaeology encontramos otra curiosa noticia, la del hallazgo de monedas romanas en unas excavaciones de un yacimiento en la India... está en inglés, pero vale la pena
  • En Diario del Viajero encontramos 10 útiles consejos para mejorar nuestras fotografías de viajes ... aunque el Sr. Giralt (fotógrafo oficioso del blog) no los necesite, seguro que a los demás nos irán muy bien
Además, hoy hace 1 año publicaba lo siguiente:









Por cierto, si teneis un segundo, siguiendo este link podeis darle un voto positivo al post del otro día sobre la Historicidad de Jesús, así me ayudais a promocionar el blog.




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Mausoleo di Adriano, Roma


Mausoleo di Adriano, originally uploaded by Maximus1978.

El Castillo de Sant'Angelo o Castel Sant' Angelo (también conocido como el Mausoleo de Adriano) es un monumento romano situado en la orilla derecha del río Tíber, en frente del pons Aelius (actual puente de Sant'Angelo), a poca distancia de la Ciudad del Vaticano.

Iniciado por el emperador Adriano en el año 135 para ser su mausoleo personal y familiar, fue acabado por Antonino Pío en el 139. El monumento, en travertino, estaba engalanado por una cuádriga en bronce guiada por el emperador Adriano. Muy pronto el edificio cambió de uso y se convirtió en un edificio militar. Se integró a la Muralla Aureliana en el 403.

El actual nombre del castillo proviene del 590, durante una gran epidemia de peste que golpeó la ciudad de Roma. El papa de la época, Gregorio I, vio al Arcángel San Miguel, sobre la cima del castillo que envainaba su espada significando el fin de la epidemia. Para conmemorar la aparición, una estatua de un ángel corona el edificio (primero una estatua en mármol de Raffaello da Montelupo, y desde 1753, una de bronce de Pierre van Verschaffelt sobre un dibujo de Bernini).

¿Cuánto cuesta rodar una película histórica de guerra?

Vía 86400 descubro este sorprendente video en que 3 diseñadores gráficos de Londres consiguen en tan sólo 4 días filmar en plan amateur una reconstrucción del Desembarco de Normandía, muy al estilo Salvar al Soldado Ryan. En el video podreis ver como estos 3 amigos realizaron la filmación: Coche hasta una playa de la Normandía francesa, alquiler de uniformes militares y armamento, y unas cuantas horas de carreras arribar y abajo por la arena. Finalizada la filmación de tan sólo 3 días, regreso a Londres para la post producción... más horas de Mac y voilà!!

¿La diferencia entre ambas películas? Pues unos cuantos millones de dólares de presupuesto, unos 1000 extras menos y unas cuantas semanas de producción ahorradas... sin embargo, como podreis comprobar por vosotros mismos, los resultados no son tan diferentes.



Si recordais, en un post de Agosto recuperaba la famosa escena de la película Espartaco de Stanley Kubrick, en la que las legiones romanas se enfrentan a los ejércitos de del esclavo tracio. ¿Os imaginais cómo de "fácil" sería rodar ahora esta secuencia? En 1960 hicieron falta 8500 extras y 6 semanas de filmación para obtener una de las mejores escenas de guerra de la historia del cine ... hoy en día, con unos cuantos PCs, algún software de edición de video, y disfraces para todos, seguro que los lectores de este blog dejábamos en mantillas a Gladiator, Spartaco o al mismísimo Stanley Kubrick!!



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15.1.08

La historicidad de Jesucristo: La opinión del lector

Como ya os anticipé, el tema del post de ayer, acerca de la Historicidad de Jesucristo, no deja indiferente a nadie, y las reacciones han sido múltiples y con criterio diverso. Un lector, Santi Benítez, me hace llegar un extenso y documentado comentario que, como lo he recibido por un cauce poco habitual, lo comparto con vosotros ya que me parece un ejemplo de buena estructuración de una discrepancia...

Bueno me ha hecho gracia la limitación racional que hace del debate histórico de figura de Jesus. Es decir, "Jesús de Nazareth es el nombre de un varón judío, que vivió en la Judea ocupada por los romanos, y que fue crucificado en tiempos de Poncio Pilatos, alrededor del año 30 de nuestra era. Vaya esto por delante... y lo digo porque la mayoría de las personas tiene serios problemas para aproximarse al personaje histórico de manera más o menos objetiva y racional (...)". Porque para empezar al existencia histórica de Jesus es, como poco, bastante cuestionable.

Si bien se puede afirmar que el cristianismo ha sido el movimiento religioso más influyente en la historia de la humanidad, es bastante sospechoso, o por lo menos llama bastante la atención, que sepamos tan poco sobre sus orígenes... fuera de lo que dice la Biblia. Es más, hoy día tenemos un volumen mayor sobre la vida de cualquier emperador romano o faraones egipcios que sobre Jesús o sobre los primeros 100 años de la iglesia. Para colmo de males resulta que la inmensa mayoría de los relatos que han sido aceptados como verdades históricas al respecto son meras leyendas, cuando no mentiras intencionadas mantenidas y propagadas por historiadores y escribas cristianos.

Puestos a buscar la figura histórica de Jesús la cosa se complica bastante... si uno lo hace al margen de la doctrina oficial de la iglesia. Hay tantas biografías pseudo históricas de Jesús como autores se han dedicado a tratar el tema: "El Jesús 'real' ha sido sucesivamente un mago (Smith), un rabino galileo (Chilton), un marginado judío (Meyer), un bastardo (Schaberg), un escriba (Thiering), un disidente de Qumrán (Allegro y otros), un gnóstico judío (Koester), un disidente (Vermes), un hombre felizmente casado y padre de varios hijos (Spong), un bandido (Horsley) y un fanático opositor al culto del templo de Jerusalén (Sanders)" - G.A.Wells, The historical evidence for Jesus, Búfalo, Prometheus Books, 1988-. Al final, lo que sí parece evidente es que todos estos historiadores tienen parte de la verdad, es decir, las pruebas históricas parecen evidenciar que el nombre genérico de "Jesús" es la unión de biografías de varios personajes, míticos y reales. Partes de biografías que fueron adaptadas en los primero días de la iglesia para cimentar la religión en sus orígenes.

Con esto no estoy poniendo en duda la figura alegórica, llamémoslo así, de Jesús o de los evangelios en su cualidad de abstracción de la razón y la piedad personificadas... lo que no quita que, como figura histórica, estás distorsiones de la verdad sobre Jesús han sido a todas luces premeditadas, conocidas y ocultadas. Y para ello sólo hay que mirar los evangelios tomados como fuente "histórica":

"Con la única excepción de Papías, que habla de una narración de Marcos y una colección de dichos de Jesús, ni un solo autor hasta la segunda mitad del siglo II (esto es, a partir del año 150) hace mención alguna de los Evangelios o sus reputados autores (...)" - Joseph Wheless, Forgery in Christianity, Health Research, 1990 -.

Teniendo esto en cuenta pues resulta que había suficientes cristianos como para llenar el Coliseo de Roma (según Melito, Obispo de Sardes, año 170, resulta que en el año 64 Nerón asesinó a miles de mártires cristianos en una persecución sin precedentes), pero no existen pruebas documentales de la ejecución de un solo cristiano hasta el año 180 - cosa nada creíble para quien conozca mínimamente la afición de los romanos por tomar nota pormenorizada de casi todo, ejecuciones incluidas. Por poner un ejemplo tenemos listas de nombres de gladiadores que actuaron en una fecha determinada en el Coliseum... pero no hay ni una sola prueba documental de esos "miles" de mártires-. Es sospechoso que cien años después de la muerte de Jesús nadie había oído hablar de evangelios o de evangelistas. Para ser suaves digamos que esto es, como poco, un elemento de contradicción. Así que los evangelios no pueden ser tomados como fuente histórica documental de la existencia de Jesús de ninguna de las maneras.

Si nos vamos a buscar fuentes históricas supuestamente posteriores a los evangelios; que históricamente, como he dicho antes, no lo son; pues nos encontramos con cosas como las dichas por el Obispo Eusebio en su Historia Eclesiástica:

"Merced a su poder para obrar milagros, la divinidad de nuestro Señor y Salvador Jesucristo se convirtió en cada país en motivo de discusión acalorada y atrajo a gran número de gentes extranjeras de tierras muy lejanas de Judea (...)"

Pero resulta que en los registros históricos no existe ni la más mínima prueba documental de tal agitación de movimiento demográfico, que si existen en relación a acontecimientos de supuesta menos enjundia.

El caso de este cristiano, el Obispo Eusebio, es paradigmático porque llega a hacer referencia a unos fragmentos en los que Flavio Josefo hablaba de la figura de Jesús, fragmentos que ni existieron, ni han existido, ni existirán. Por no hablar de la referencia tergiversada a Plinio el Joven sobre una cita que no habla de los cristianos, sino de los esenios. Lo del pasaje atribuido al historiador Tácito, pasaje que nadie conoce hasta 1500 años después de haber sido escrito... mejor ni comentarlo. Tiene mérito falsificatorio la pretensión de hacer la historia de Jesús ben Pandira atribuible al Cristo cristiano - hay que tener en cuenta que la historia habla de la lapidación de un vulgar charlatán de feria-. Pero vamos, que visto lo visto y leído lo leído, parece que todo vale con tal de hacer creer al respetable que la figura histórica de Jesús, como tal, existió.

Ya si nos vamos a mirar las pruebas materiales la cosa es más risible si cabe. La arqueología no ha podido encontrar ni una sola prueba al respecto: Monumentos, monedas, medallas, inscripciones, vasijas, estatuas, frescos, mosaicos... nada de nada.

Podría seguir con lo que decía al principio de las distintas biografías de Jesús, pero esto se alargaría un poco.

Eso sí. Hombre, ya que titula el tema como "La historicidad de Jesucristo", ¿No podría haberse mirado un poquitín que se dice al respecto? de estudios históricos, claro. Pero es una opinión personal. No me entienda mal.


Pues eso...



Por cierto, ¿y tú qué opinas?




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