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14.1.08

La historicidad de Jesucristo (II)

¿Qué nos dicen las fuentes de Jesucristo?

El teólogo luterano alemán Rudolf Bultzmann sostuvo, el pasado siglo, que todo lo que sabemos del personaje, cabe en una hoja de papel. Puede ser. En cualquier caso, otros personajes de la historia - ¿El Che Guevara? – han motivado miles de libros y, posiblemente, sepamos muchos menos. La clave es ¿qué hay en ese papel? Y, sobre todo ¿quién nos lo dio? Bien... en ese imaginario folio hay, primero, mucha literatura que ha sido depurada y cribada, muy a propósito, al menos tres siglos después de su redacción y que presenta ciertos contenidos que se entremezclan y contradicen, aportando información impactante pero sesgada: son los Evangelios; En un segundo nivel, hay otros textos, con contenidos parecidos pero bastante más directos y que, al leerlos, dan la impresión de estas menos contaminados: son los Evangelios Apócrifos y, por supuesto, no forman parte de las Sagradas Escrituras. Por último, tenemos el legado de aquellas personas que hablan de él, porque fueron testigos de aquellos mismos acontecimientos, como Flavio josefo, o porque trataron con personas con información de primera mano, como Plinio, Tácito o Suetonio. El más importante, sin duda, es el testimonio de Flavio Josefo, historiador Judío que tuvo buenas relaciones con los romanos y que habla de Jesús en tres ocasiones: Una cuando se refiere a Juan el bautista, otra cuando proporciona algunos datos sobre la muerte violenta de Santiago, el “hermano” de Jesús y una tercera en la que se refiere directamente a él diciendo... “y a él le llamaban Cristo, porque fue condenado a la penal capital por el procurador Poncio Pilatos”. Como punto de partida, no esta mal.


Si damos por sentada su muerte y asumimos como cierto algún otro dato, podemos inferir la fecha de su nacimiento durante el principado de Octavio Augusto y el reinado de Herodes y, ligado todo ello a la celebración del famoso censo, Jesús debió nacer entre el año 7 y 5 a.C. lo que significa que en la actualidad nos encontramos en el año 2011 o 2013 de nuestra era. El resto de su vida personal y “familiar” es extremadamente oscura. Si atendemos a la composición media del hogar judío de la época, es prácticamente imposible que no tuviera hermanos, e incluso Marcos y Mateo, en sus escritos, hacen referencia a los hermanos de Jesús; el problema es que, en arameo antiguo, se usa la misma palabra para aludir al hermano y al primo carnal por lo que la expresión “hermanos de Jesús” puede, en realidad, hacer alusión a sus primos. Además, se acepta que José tuvo seis hijos de su primer matrimonio, dos de ellos mujeres, con lo que los cuatro restantes “cuadran” con aquellos a los que el galileo se refirió alguna vez como “hermano”, Santiago, José, Judas y Simón.


En cuanto a su posible matrimonio, que algunos personifican en la figura de María Magdalena, también es sencillo volverse loco; Con el debido respeto, se puede defender que esta buena mujer, puede que prostituta, fuera desde su esposa, hasta su agente de bolsa... pero hay que demostrarlo. El apócrifo evangelio de Felipe – uno de los más directos y emotivos – sostiene que Jesús la besaba habitualmente en la boca pero, lamentablemente, un análisis más certero parece desmontar esta teoría: para el judaísmo, el hombre es el ser perfecto y la mujer, el imperfecto. Dejando de lado el hecho de que, evidente, vamos p’atrás – es broma... – el beso sería la metáfora perfecta de alguien que quiera hacer partícipe a otro de su perfección, y es así como debe ser entendido. Inferir, sin embargo, que estaba a punto de ponerla un piso, me parece por tanto un poco abusivo.


La tradición evangélica pinta también a Jesús como un mago portentoso que efectúa curaciones y todo tipo de exorcismos contra las leyes de la naturaleza, como resucitar a los muertos o calmar tempestades. Llegados a este punto, debemos abrir la mente y templar el espíritu... si en la actualidad muchísimas personas acuden a todo tipo de curanderos, con móviles de última generación y PDA,s varias en el bolsillo, que no harían personas para las que un cometa no dejaba de ser un hecho sobrenatural. En resumen, como no podemos demostrar positiva o negativamente que Jesús efectivamente levantara a Lázaro o que éste tan solo sufriera una simple catalepsia, como ni podemos certificar que efectivamente Jesús caminase sobre las aguas o solo fuera una mera ilusión óptica, asumamos entonces que muchísimas personas pensaban que sí lo hacía. Es ahí donde reside el quid de la cuestión... independientemente de que fuera o no capaz, la gente le atribuía ese don... y ahí empezaron los problemas.


Semejantes “habilidades” no podían pasar desapercibidas para quienes detentaban el poder y administraban la vida política y social de Judea. Jesús pasó a ser considerado primero incómodo y más tarde peligroso por las autoridades judías encabezadas por Caifás, el sumo sacerdote; episodios como el de la lección del templo – subversión intelectual – o el de la expulsión de los mercaderes - ¿prebendas económicas? – apuntan y refuerzan este argumento. Debió de ser aquí cuando la jerarquía religiosa oficial decidió matarle. Desgraciadamente, la condición de territorio ocupado y reino directamente dependiente del emperador, hacía imposible para las autoridades locales ejecutar una pena capital sin el consentimiento de Roma. El primer intento de Caifás, la acusación de falso profeta y hacedor de milagros no inquietó demasiado al procurador romano y por eso les devolvió al Nazareno, pero al sumo sacerdote aún le quedaba un último cartucho. La segunda acusación contra Jesús, mucho más taimada, en el sentido de que pretendía proclamarse Rey, no podía dejar indiferente a Roma. Pilatos quizás intentó aclarar el asunto – “¿en verdad eres el Rey de los Judíos?” – pero la respuesta de Jesús ni le ayudó ni aclaró demasiado las cosas – “mi reino no es de este mundo” – y al final, prevalecieron los cargos y fue ajusticiado, en principio, en la cruz.


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