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4.1.08

Templo romano de Barcelona

Este es sin lugar a dudas uno de los elementos arqueológicos menos conocidos de Barcelona, ya sea por la poca celebridad de los restos romanos de la Ciudad Condal o por su poco accesible ubicación, en el patio de un palacio renacentista que actualmente es sede del Centro Excursionista de Catalunya y que normalmente no está abierto al público.

El conjunto del antiguo foro romano de Barcelona estaba presidido por uno o más templos. Conocemos la existencia de uno situado en el punto más elevado del Mons Taber, y del cual solo se conservan en su posición original tres columnas con sus respectivos capiteles de orden compuesto y parte del arquitrabe, y que actualmente podemos ver en el nº 10 de la calle del Paradís. Sabemos que era un templo hexástilo y períptero, de treinta y cinco metros de largo y diecisiete y medio de ancho, dedicado al emperador Augusto (en la maqueta adjunta podeis apreciar el aspecto que debió tener en su momento de máximo esplendor).

Fundada en tiempos de Augusto (15-10 A.C.), la Colonia Julia Augusta Faventia Paterna Barcino, nunca fue una ciudad demasiado importante dentro de la provincia de la Tarraconensis y tuvo que competir con las cercanas Baetulo (Badalona), Iluro (Mataró) o Egara (Terrassa). En consecuencia, sus dimensiones eran modestas y su población probablemente no superaba el millar de habitantes. Empero, la primitiva Barcelona era una típica ciudad romana, cuidadosamente planificada y rodeada de murallas. Las murallas abarcaban un superficie de diez hectáreas y tenían una forma octogonal. Los restos que se conservan (hay varios tramos visibles) no son los originarios sino los de una segunda muralla levantada en el siglo III. El templo se situaba frente al Forum, que ocupaba, como es costumbre un lugar en el cruce del Cardo maximus y el Decumanus maximus, los dos ejes de comunicación principales en cualquier urbe romana. Era un templo hexástilo (con seis columnas de frente) y períptero (rodeado por completo de columnas). Sus dimensiones eran de 35 x 17,5 metros, notables para una ciudad tan pequeña. En el interior se encontraba la celda en la que se veneraba la imagen de Augusto. Los oficios religiosos se celebraban siempre frente al templo, en la explanada que daba al foro.

Aunque eclipsada por el esplendor que conocería en la Edad Media y, literalmente, sepultada bajo el inmenso legado arquitectónico del gótico (la mayoría de restos romanos son subterráneos y pueden visitarse en el Museo de Historia de la Ciudad), la Barcelona romana pasa igualmente desapercibida a visitantes y nativos, salvo por algún resto insignificante que aflora aquí y allá. Estas modestas columnas son uno de los pocos restos a cielos abierto (bueno, ahora el espacio está cubierto por una cristalera) que quedan y un lugar al que a mí me gusta llevar a quienes están de paso, que siempre se sorprenden al encontrar dentro de una casa lo que en su tiempo fue un espléndido templo.





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