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25.4.08

La inauguración del Coliseo, el mayor espectáculo de la Antigüedad

Por una inscripción hallada recientemente, sabemos que en el año 70 dC Vespasiano tenía los bolsillos llenos gracias al botín obtenido en su victoriosa campaña militar en Judea.

La construcción del Coliseo, un guiño a la plebe romana

Decidido a complacer al pueblo de Roma, tan voluble y traicionero, dedicó una parte sustancial de este botín a la construcción del mayor Anfiteatro del Imperio, que hoy en día conocemos como el Coliseo, con capacidad para 50.000 espectadores.

Para ello, hizo derruir una gran parte de la Domus Aurea, el palacio erigido por Nerón, y desecar el lago contiguo. Esto sólo puede ser interpretado como un gesto populista, dirigido a contentar a la plebe, ya que en lugar de erigir su Anfiteatro en las afueras de la ciudad, como hubiera sido normal, prescindió de unas edificaciones imperiales y lo construyó en pleno centro de Roma.

La inauguración, 9.000 fieras y luchas a muerte

10 años más tarde, y muerto ya Vespasiano, inauguró el Anfiteatro Flavio su hijo y sucesor, Tito. Los Juegos que se celebraron estuvieron a la altura de las expectativas. Dión Casio nos habla de las diversas celebraciones que tuvieron lugar en la recién estrenada arena, y más en concreto, nos describe la cacería de más de 9.000 fieras salvajes, uno de los espectáculos más populares en aquella época. Imaginaos las caras que debían poner los senadores que poblaban la grada inferior o los plebeyos de la superior!!

Otra de las historias que nos han llegado de aquel acontecimiento único es la de Vero, un gladiador de Moesia, que luchó a muerte contra su amigo Prisco... por lo visto, a pesar de su amistad la lucha fue espantosa, ambos luchadores hicieron gala de fuerza y destreza con las armas. Cuando uno avanzaba, el otro resistía en su lugar, y cuando este devolvía los golpes, el otro los rechazaba firmemente con el escudo. Los 50.000 espectadores nunca habían visto nada igual. Parecía como si 2 reencarnaciones de Hércules se entrentaran en la nueva arena de Roma, dejando sin respiración al César, a los senadores y al pueblo por igual.

El final fue del todo insospechado, y de hecho, no volvió a repetirse jamás. Os lo podría contar con mis propias palabras, pero encuentro que el relato del poeta Marcial es más adecuado. Dice así:

Como Prisco y Vero alargasen el combate,
y el valor de ambos fuese el mismo durante largo rato,
se pidió repetidamente y a grandes voces gracia para los hombres,
pero el mismo César obedeció su ley:
la ley era acudir al dedo tras dejar el escudo.
Les entregó una y otra vez platos y regalos, lo que se permitía.
Se halló, sin embargo, un final de combate igualado:
lucharon iguales, cayeron iguales.
César envió a ambos la palma y la vara de honor:
el valor ingenioso ofreció esta recompensa.
Bajo ningún otro príncipe, César, sucedió esto:
que al luchar los dos, uno y otro fuesen vencedores.

Marcial (Sobre los espectáculos, 29)


Pues eso, que viendo el César la entrega de ambos, y habiendo alargado la lucha hasta la extenuación, no tuvo más remedio que declarar a ambos vencedores, lo que sin duda debió ser un digno colofón a la inauguración del mayor anfiteatro del Imperio.

¿Hay algo parecido en la actualidad?

No ha sido hasta 2 milenios después que la Humanidad ha vuelto a levantar edificaciones semejantes, y por lo tanto, han tenido que pasar 2000 años para que 50.000 personas juntas hayan podido vivir una sensación igual... tranquilos que hay para todos!!





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