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20.3.07

Vidas paralelas: Pelópidas

Disfrutad con la lectura de la biografía de Pelópidas, que ocupa un lugar de honor en el Panteón de grandes personajes de la historia de Tebas...

I. Catón el mayor, como algunos celebrasen desmedidamente a un hombre de arrojado y atrevido en las cosas de la guerra, les advirtió que había gran diferencia entre tener en mucho la virtud y tener en poco el vivir; perfectísimamente a mi entender. Militaba con Antígono un varón muy resuelto, pero endeble y flaco de cuerpo; preguntóle, pues, el rey la causa de estar descolorido, y le confesó que padecía una enfermedad oculta. El rey, manifestándole su aprecio, dio orden a los médicos para que no omitiesen nada en su asistencia y remedio; pero curado por esta diligencia aquel valiente, ya no era arrojado ni pronto en los combates, tanto, que Antígono se lo echó en cara, admirándose de semejante mudanza; él no le negó la causa, diciéndole: “Tú ¡oh rey! eres quien me has hecho menos determinado librándome de aquellos males por los que menospreciaba la vida”. A este mismo propósito dijo un Sibarita, hablando de los Esparcíatas, que no hacían mucho en morir en la guerra para salir de tanto trabajo y de tan mal trato como se daban. Mas si entre los Sibaritas, ennoblecidos con el regalo y el deleite, de los que por celo y amor de la virtud no temían la muerte podía decirse con razón que aborrecían la vida, para los Lacedemonios era acto de virtud el vivir y el morir con ánimo alegre, según aquel epicedio: Porque, según se dice, mueren éstos no reputando un bien la vida o muerte; sino el que la virtud presida a entrambas: pues ni el evitar la muerte es reprensible, cuando no se quiere vivir afrentosamente, ni el exponerse a ella es laudable, si se hace por tener en poco el vivir. Así, Homero, a los varones osados y belicosos, los hace siempre salir bien armados y defendidos a los combates, y los legisladores de los Griegos castigan al que pierde el escudo y no al que, arroja la espada y la lanza; enseñando con esto que primero es no recibir daño que causarlo a los enemigos, y que esto es lo que cada uno debe tener presente; pero en especial el que manda en una ciudad o en un ejército.

>> Lee la biografía de Pelópidas según Plutarco

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