A raiz del post sobre el descubrimiento de un mamut de marfil datado hace 33.000 años, nuestro compañeros de fatigas Toninicasanipasta nos hace llegar este interesante comentario:
Excelente pieza de arte auriñaciense. No dejan de hacerme gracia, sin embargo, esos "hallazgos en diferido" que se van produciendo en el mundo de la prehistoria: entiendo que toda pieza necesita de una restauración e investigación para comprender su importancia, pero la táctica de ir sacando a la luz descubrimientos meticulosamente organizados en el tiempo me parece algo perversa, como en el caso de Atapuerca. Cuando ya todo el mundo se olvida del yacimiento (donde se estan invirtiendo cuantiosas sumas), vuelven a aparecer -oh, sorpresa- los restos de tal o cual pieza. Quién sabe: quizá el mundo de la arqueologia deba aprender a vender sus hallazgos para poder conseguir mayor reconocimiento e ingresos. Lo malo es que luego se olvida al conjunto (yacimiento, cultura, evolución) para dar paso a una sacralización de la pieza de museo: "...mucho más valioso que las carísimas obras de Klimt".¿Qué os parece? ¿Creeis que efectivamente hoy en día hay una instrumentalización propagandística de los hallazgos arqueológicos? Personajes como el mediático responsable del patrimonio arqueológico egipcio, el ínclito Zawi Hawass, parece que van en este linea...
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Zahi Hawass
ResponderEliminarEn diciembre de 2005, una exposición itinerante en el Museo Egipcio de El Cairo prometía adentrar al visitante en las historias ocultas tras los hallazgos del Valle de los Reyes. En su interior se exhibían decenas de fotos en las que Zahi Hawass, el controvertido arqueólogo egipcio, era el protagonista absoluto: Hawass joven, adulto, excavando en el desierto, retirando arena de una máscara funeraria, acompañado de otros grandes de la arqueología...
Aquella muestra -un puñado de restos justificaban las fotografías-, evidencia la afición del secretario del Consejo Supremo de Antigüedades egipcias a ser noticia tanto como a dar noticias: la última, la identificación de la reina Hatshepsut, la más poderosa de las faraonas. Hawass ha calificado el hallazgo como «el más importante en la egiptología desde el de Tutankamon». Y todo gracias a... Discovery Channel, que lo ha financiado a cambio de filmar la investigación, que emitirá en julio.
Sin cuestionar el hallazgo, la noticia alimenta la polémica que rodea al Indiana Jones egipcio, apodo que se ha ganado por su afición al sombrero del aventurero encarnado por Harrison Ford. A sus 60 años, Hawass se pasea con la habilidad de un trapecista por la delgada cuerda que separa la erudición del entretenimiento de masas sin caer a ninguno de los lados. Pero, ¿qué tiene para ser el sueño de cualquier documentalista? Ante todo, un ego de dimensiones considerables, una afición confesa a las cámaras y un alto concepto de sí mismo alimentado por su pasión por la arqueología, su dilatada experiencia y los numerosos premios y libros que lo respaldan. «Soy famoso y poderoso. Pero todo lo que hago lo hago por Egipto (...) Nadie en la historia de la arqueología ha ayudado a Egipto más que yo», afirmaba sin pudor hace dos años en Al Ahram, el más conocido diario cairota.
Su inmodestia ha roto el esquema marcado por sus antecesores en el cargo, de perfil bajo y recuerdo incierto. Lo demostró en 2005 cuando reclamó la devolución de cinco piezas maestras -entre ellas la Piedra de Rosetta que exhibe el British Museum y el Busto de Nefertiti, actualmente en el Museo Egipcio de Berlín- robadas a Egipto. Fue el símbolo de una campaña de recuperación de antigüedades saqueadas y exportadas ilegalmente que, gracias al Ministerio de Asuntos Exteriores y a la fiscalía egipcia, ha permitido recuperar al menos 3.000 piezas.
La misma energía que emplea en defender la herencia cultural de Egipto la aplica, según sus detractores, en proteger su campo de incursiones para que no puedan robarle protagonismo. Algunos arqueólogos europeos le han acusado de convertir Egipto en su feudo impidiéndoles excavar, y sus colaboradores (tiene 30.000 empleados) se quejan de su carácter. «Hawass dirige el Consejo Supremo de Antigüedades con puño de hierro y lengua censora», escribió el Sunday Times. «La gente se acobarda ante Hawass. Ningún egiptólogo puede entrar sin su permiso y pocos logran evitar su rabia».
Su carrera comenzó como experto del periodo grecorromano, pero pronto le atrajo la egiptología. Con 33 años recibió una beca Fulbright con la cual realizó su doctorado en la Universidad de Pensilvania. Al regresar a Giza, descubriría la pirámide satélite de Keops y el cementerio de los trabajadores que levantaron la necrópolis. Entre sus hallazgos destaca el Valle de las Momias, en el oasis de Bahariya. En 2003 accedió al cargo más preciado por todo arqueólogo: secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.
Hawass se marcó como prioridades mejorar la calidad del almacenamiento y abrir más museos. Se define como «protector de la antigüedad» y «guardián de la herencia egipcia» en la casi histriónica presentación de su web, donde las palabras aventurero y arqueólogo se alternan con fotos del Indi egipcio mientras conversa con Lady Di o Bill Clinton recostado casualmente en una pirámide.
Si su principal pasión es la arqueología, alimentar su propia imagen debe de ser la segunda. En su currículo presume de cada una de sus numerosas incursiones televisivas -es explorador honorario de National Geographic y ha incluido a la megaestrella egipcia, Omar Sharif, en algunas de sus apariciones- y se jacta de su trabajo y de la popularidad que le reporta. Tanto, que en su web incluye su propio club de fans dirigido a niños que, como él, soñaban con ser aventurero.
El Mundo, 2-7-2007 http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/610/1183240813.html