Lúculo es un personaje típico del S. I aC: Gran militar y vencedor en las Guerras Mitridáticas, aristócrata de ego desmedido que al final de su vida se deja llevar por sus excesos, maneras autocráticas... en fin, un muy destacado coetáneo de Sila y Mario, y que sin lugar a dudas se mueve a sus anchas en estas últimas décadas de la república. Disfrutad con la lectura...
I. El abuelo de Luculo había obtenido la dignidad consular, y era tío suyo, por parte de madre, Metelo, el llamado Numídico; pero su padre había sido, condenado en causa de soborno, y su madre, Cecilia,'estaba notada de vivir con poco recato. La primera obra por donde Luculo se dio a conocer, antes de pedir magistratura ninguna y antes de tomar parte en el gobierno, fue la de hacer juzgar al acusador de su padre, Servilio el augur, que había malversado los caudales públicos, acción que a todos los Romanos les mereció elogios, teniendo siempre en la boca aquel juicio como una muestra de virtud. En general, el hecho de acusar, aun sin particular motivo, no era entre ellos mal mirado, sino que se complacían en ver a los jóvenes perseguir a los malos como a las fieras los cachorros de buena casta. Excitó tanto la curiosidad aquella causa, que en fuerza del concurso hubo caídas y algunos heridos; pero Servilio fue absuelto. Habíase ejercitado Luculo en hablar corrientemente ambas lenguas, griega y latina; así es que Sila, al escribir sus propios hechos, le dirigió la palabra, como a persona que sabía disponer y ordenar la Historia con mayor perfección; porque su pronto y buen decir no se limitaba al uso preciso, a la manera de quien el foro agita Cual atún las ondas y después, fuera de la plaza, En seco muere con trabada lengua; sino que siendo todavía joven había adquirido ya, atraído de su belleza, aquella educación esmerada que se llama liberal. De anciano, enteramente dedicó su ánimo, fatigado de tantas contiendas, al ejercicio y recreo de la filosofía, entregado a la investigación de la verdad, por haber dado de mano en oportuno tiempo a la ambición, a causa de su desavenencia con Pompeyo. Acerca de su afición a las letras se refiere, además de lo dicho, que siendo todavía mozo, con ocasión de cierta disputa que tuvo con el jurisconsulto Hortensio y el historiador Sisena, la que vino a hacerse un poco seria, se comprometió a escribir la Guerra Mársica, en verso o en prosa, en griego o en latín, según lo declarase la suerte, y parece que ésta determinó que fuera en prosa griega, pues que dura aún hoy su historia de la Guerra Mársica escrita en esta lengua. Son muchas las pruebas que hay del amor que tenía a su hermano Marco; pero los Romanos conservan, sobre todo, la memoria de la primera; y es que, con ser él de más edad entre los dos, no quiso tomar parte solo en el gobierno, sino que esperó a que éste se hallara ya en sazón, y entonces ganó de tal manera la afición del pueblo, que juntos fueron nombrados ediles, sin embargo de que él se hallaba ausente.
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